Por su baja incidencia, el cáncer pediátrico es una enfermedad rara que ha mejorado significativamente su pronóstico en el último medio siglo, donde se ha pasado de un escenario en el que solo alrededor del 30% de los niños con cáncer se curaban, a otro totalmente distinto en el que más del 80% de los casos que hoy se tratan son curables. "Evidentemente el 80% no es el 100%, y eso significa que todavía no estamos solucionando un problema que provoca un gran sufrimiento y tiene un gran impacto emocional en pacientes y familiares. Además, esta mejora se refiere principalmente a las neoplasias no sólidas, leucemias por ejemplo, dejando un enorme margen de mejora en los cánceres sólidos", ha afirmado el doctor Fernando Gómez, miembro de la Sociedad Española de Radiología Vascular e Intervencionista (SERVEI) y radiólogo vascular e intervencionista del Hospital Clínic de Barcelona y del Hospital infantil Sant Joan de Déu, además de jefe de sección de oncología en el Insituto Oncológico de los Países Bajos en Ámsterdam. El doctor Gómez Muñoz ha dedicado una de sus ponencias en el Congreso CIRSE 2022, que se celebra estos días en Barcelona, a la aplicación de la radiología intervencionista en oncología pediátrica.
Entre esos cánceres sólidos, ha explicado el experto, los cánceres embrionarios, el retinoblastoma, el neuroblastoma y el hepatoblastoma son los más habituales en los niños más pequeños, mientras que en el caso de los adolescentes los más prevalentes son los tumores extracraneales de células germinales (TCG), los sarcomas de huesos y tejidos blandos, el melanoma y el cáncer de tiroides. "Estos cánceres sólidos malignos son de hecho el tipo de cáncer en el que la radiología intervencionista en oncología pediátrica suele estar más involucrada", ha añadido el doctor, que no obstante ha reconocido que el papel de la radiología intervencionista en el cáncer pediátrico "está por regla general varios pasos por detrás" de la oncología intervencionista en pacientes adultos.
"Hay muchas razones para esto, incluyendo que prácticamente todos los dispositivos que usamos comúnmente en adultos no están aprobados para niños, que estos dispositivos están pensados para pacientes adultos y que el cáncer pediátrico no representa una oportunidad de negocio atractiva para la industria debido a lo poco común que es. Otro factor muy relevante es que la realización de ensayos clínicos en niños representa una serie de problemas éticos que son difíciles de gestionar, y de nuevo, el hecho de que siendo una enfermedad rara, no representa una buena oportunidad de negocio para la mayoría de las empresas", ha argumentado.
Mucho espacio de mejora en oncología intervencionista pediátrica
Pese a estos hándicaps, durante su ponencia el doctor Gómez se ha mostrado optimista respecto al papel que puede jugar la radiología intervencionista en oncología pediátrica y seguro de que hay mucho espacio para mejorar la atención a los niños a través de estos tratamientos. "Hemos aprendido varias lecciones del mundo la radiología intervencionista de adultos que muestran la eficacia de nuestros enfoques terapéuticos a través de arterias y venas o pinchando directamente los tumores en su control y tratamiento", ha reflexionado.
"Se ha demostrado que la ablación térmica percutánea (pinchar el tumor y quemarlo o congelarlo) es eficaz en el tratamiento de metástasis pulmonares de sarcomas, que los ganglioneuromas de evolución lenta pueden beneficiarse de enfoques conservadores en lugar de la cirugía o que las lesiones óseas agresivas benignas muestran una excelente respuesta a la ablación. La inmunoterapia ha mejorado la supervivencia en algunos cánceres pediátricos y vale la pena investigar su sinergia potencial con la crioablación (una técnica que consiste en congelar el tumor y matar sus células llegando a temperaturas de -40ºC) u otras modalidades. Existen varios trabajos científicos que demuestran que cuando quemas o congelas un tumor, al quedar dentro del cuerpo, el sistema inmune reconoce sus células y sus proteínas y es capaz de activarse contra las células aún vivas, algo parecido a una vacuna. Algunos agentes de quimioterapia como la doxorrubicina o el irinotecán que se utilizan habitualmente para el tratamiento de cánceres como el hepatoblastoma o del tumor de Wilms, pueden administrarse directamente a través de las arterias en un intento de reducir la dosis que va a todo el cuerpo, reduciendo así la toxicidad y aumentando su concentración en el lugar deseado. Y la quimioembolización y la radioembolización también pueden ayudar a que los niños lleguen a recibir un trasplante de hígado en los cánceres que afectan este órgano", ha enumerado.
Partiendo de esa base, el doctor ha destacado como "fundamental" la necesidad de trabajar desde esta perspectiva de oncología intervencionista pediátrica con muchos centros dedicados a la pediatría para conseguir tener el número de niños necesario para profundizar en el conocimiento de estas enfermedades. "Tenemos muy buenos ejemplos de trabajo cooperativo de la Sociedad Internacional de Oncología Pediátrica (SIOP) en Europa y del Grupo de Oncología Infantil (COG) en EEUU. Existen consorcios europeos como el proyecto PRIMAGE, uno de los mayores y más ambiciosos focalizados en imagen médica, inteligencia artificial y cáncer infantil, liderados por hospitales españoles como el Hospital Universitario y Politécnico La Fe de Valencia, que van a representar un enorme impacto en el conocimiento de tumores como el neuroblastoma o los gliomas. Así mismo, la Sociedad de Radiología Intervencionista Pediátrica (SPIR), una sociedad internacional formada por radiólogos intervencionistas de todo el mundo, está realizando esfuerzos importantes para crear registros estructurados que no solo nos permitan mostrar seguridad y eficacia a mayor escala, sino que también nos permitan utilizar las herramientas de inteligencia artificial disponibles para analizar y extraer información que, hace solo unos años, requería cohortes más grandes o ensayos complejos", ha concluido Gómez.