El cambio estacional de invierno a primavera puede alterar el sueño, tanto en calidad como en cantidad. La primavera puede producir diferentes repercusiones en el organismo, tanto a nivel físico, anímico-emocional y, cómo no, en el sueño. Es la época de la astenia primaveral. Pero, ¿a qué nos referimos con este término? ¿Qué es la astenia primaveral? "No debemos caer en el mito de considerarlo como una enfermedad. Más bien se trata de un cuadro, un síndrome (conjunto de síntomas) que, de hecho, puede aparecer durante todo el año, pero se puede presentar de manera especialmente más acusada en esta época del año. Los síntomas habituales de la astenia son: fatiga generalizada, somnolencia diurna, desmotivación, dificultad de concentración, aturdimiento, irritabilidad, falta de apetito y disminución de la libido", explica el Dr. Rafael Téllez, neurofisiólogo, psicólogo clínico y responsable de la Unidad del Sueño de la Clínica IMQ Virgen Blanca.
¿Cuáles podrían ser las causas de la astenia primaveral? "Se han planteado diversas hipótesis: algunas de ellas lo relacionan con la disminución cerebral de beta-endorfinas, la llamada hormona de la felicidad, si bien no hay estudios concluyentes".
Otra explicación posible sería que la fatiga se deba a que "nuestro organismo se ve obligado a adaptarse a las nuevas condiciones de luminosidad y de temperatura de la nueva estación, a lo que hay que añadir cambios en la humedad, la presión atmosférica y la temperatura". En esta época se va produciendo un aumento progresivo de la temperatura "en un momento en el que aún no se ha realizado el cambio de armario, ocasionado por la irregularidad del clima, precisamente en este año tan errático con grandes oscilaciones de temperatura y humedad", destaca.
Cambio de hora
Sin duda, otro aspecto importante que afecta al sueño en estas fechas se refiere al cambio horario que implica perder una hora "y, además de dormir una hora menos, nos vemos obligados a trasladar las horas de las comidas, del trabajo y otras actividades".
El Dr. Rafael incide en que "quienes más notan el cambio de hora son los niños y los ancianos. Pero en todo caso, la fatiga que conlleva y el malestar anímico asociado sería un trastorno temporal que no suele durar más de dos semanas. La adaptación a estos horarios es variable según cada persona".
Alergia al polen
La llegada de la primavera, junto a la presencia de otras patologías previas, "podrían perjudicar el cuadro descrito, generando una situación que puede conducirnos al desánimo".
Entre las patologías más habituales en esta época del año, destaca igualmente la alergia al polen. De hecho, entre un 20% y un 25% de la población sufre rinitis alérgica, según datos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC). Según explica el experto de IMQ, "la inflamación que provoca, además de traducirse en un malestar general, puede llevarnos a dormir peor, estar más irritable y, en definitiva, que se sienta más fatiga y desmotivación".
Algunas investigaciones apuntan a que "la propia reacción alérgica y el proceso inflamatorio que implica podrían incidir al mismo tiempo en la producción de algunos neurotransmisores, como la serotonina. Estas alteraciones ocurrirían en personas predispuestas. Además, no podemos olvidar que algunos fármacos contra la alergia podrían precipitar síntomas depresivos".
Tratamiento
El Dr. Rafael Téllez indica que mantener unos hábitos de vida saludables contribuye a resituarse. "Aunque el buen tiempo anime a alargar las horas, se aconseja llevar un horario regular de sueño y de comidas. Para adaptarse al calor, se recomienda no dejarse llevar por la apatía y fomentar actividades suaves y ejercicio moderado que motiven y estimulen. Es recomendable hacer algo de deporte, siempre que no se realice muy tarde, justo antes de irse a la cama porque se dificultaría la conciliación del sueño".
También es conveniente "evitar los estimulantes y bebidas con cafeína después del mediodía; aunque estemos cansados hay que evitar este tipo de sustancias, ya que por la noche no ayudan a dormir. Además, es importante tener una dieta equilibrada con productos frescos, de temporada y rica en vitaminas, ya que esta alimentación va a ayudar a que los ciclos se regulen más rápido".
Una dieta sana y equilibrada, rica en verduras, frutas y cereales suele ser suficiente, aunque, en ocasiones, puede ser conveniente la utilización de algún complejo vitamínico, siempre con asesoramiento de su médico o farmacéutico. Aconseja el experto empezar el día con un buen desayuno y acabarlo con una cena ligera.
Importancia de la luz y síndrome depresivo estacional
El reloj biológico de las personas está programado para funcionar según estímulos que recibe del exterior. La luz es uno de los elementos básicos y "los cambios en las horas en que un individuo disfruta de más luz natural influyen en su salud. En los países con pocas horas de luz, la incidencia de la depresión es más elevada. Además, hay personas especialmente sensibles, a las que la llegada del otoño y la reducción de las horas de luz les influyen negativamente. Es el llamado síndrome depresivo estacional, que afecta hasta a un 15% de la población en mayor o menor intensidad" destaca el doctor Téllez.
En países con cambios muy marcados entre los periodos largos y cortos de luz, como ocurre en los países nórdicos, la prevalencia es todavía más elevada. "En estos casos, el tratamiento más efectivo puede ser la terapia lumínica: una hora y media diaria ante una lámpara especial de luz blanca a unos 40-50 centímetros de los ojos. La luz, entonces, inhibe la producción de la melatonina, la hormona que nos hace conciliar el sueño y, así, alivia el estado letárgico. En muchos casos este tratamiento es suficiente".
Habitualmente, el aumento estacional de las horas de luz se traduce en una mayor sensación de bienestar. La luz estimula el organismo: en muchas especies animales y plantas está relacionada con un aumento de la vitalidad necesaria para la reproducción: la búsqueda de alimento, el apareamiento, etc. "De hecho, la luz es un auténtico sincronizador de todos los ciclos que ocurren en nuestro cuerpo: existen en la retina unas células especializadas que se encargan de enviar información a una zona del cerebro donde se encuentra el reloj que pone en hora los procesos que ocurren en nuestro cuerpo: es el núcleo supraquiasmático que se encuentra en el hipotálamo. Así se desencadenan una serie de cambios químicos que afectan sobre todo a la glándula pineal, que hacen que se libere serotonina, conocida como la hormona de la felicidad, mientras que se suprime la producción de melatonina, la hormona que controla la duración y el ritmo del sueño. Todos estos cambios pueden normalizarse en dos o tres semanas", concluye el Doctor.