La relación entre el cuidado del medioambiente, la apuesta por entornos urbanos sostenibles y una mejor salud de las personas es cada vez más evidente. Este hecho se respalda, por ejemplo, con cifras que muestran el enorme impacto de la contaminación en la salud, ya que, según datos de la OMS, 4,2 millones de personas mueren de forma prematura cada año a consecuencia de la contaminación del aire.
Además, otros factores relacionados como la pérdida de biodiversidad o la deforestación son causas determinantes en la expansión de brotes de enfermedades infecciosas. Se calcula que más del 60% de las enfermedades infecciosas son causadas por zoonosis, esto implica la transmisión de virus de animales a humanos derivada del daño ocasionado a la naturaleza que facilita la propagación de patógenos, como ha ocurrido con la COVID-19.
Así mismo, la contaminación de las ciudades y grandes núcleos urbanos incide de manera especial en el desarrollo y mala evolución de las enfermedades respiratorias y por tanto de las alérgicas. "De forma básica los contaminantes actúan como ‘irritantes' de las vías aéreas, pudiendo provocar por este sencillo mecanismo crisis de asma o empeoramiento de patologías previas como en el caso de la EPOC (Enfermedad Obstructiva Crónica)", explica la doctora Gema García, jefa de Alergología del Hospital Universitario Sanitas La Zarzuela.
"La biología de las plantas está también influida por los contaminantes. La emisión de polen varía en función de la exposición a los mismos, por lo que este estrés al que están sometidas las plantas puede derivar en una menor producción de polen, pero con más alérgenos. Además, las partículas diésel y otras micropartículas contaminantes colaboran en el transporte del propio polen, de forma que llega más lejos y además permanece más tiempo en el aire", continúa la doctora.
Fomento de espacios verdes
Ante esta situación, la creación de entornos urbanos sostenibles y saludables, así como proyectos que favorezcan la actividad deportiva o la movilidad sostenible en las ciudades son claves para el cuidado de la salud.
"La apuesta por las zonas verdes debe ser una prioridad en la agenda de empresas y administraciones públicas. La creación de bosques urbanos y parques ayuda a limpiar la atmósfera de las ciudades, ya que los árboles actúan como sumideros de carbono y reducen el efecto isla de calor urbana, además de ser una de las vías más adecuadas para mejorar la biodiversidad local", explica Catherine Cummings, directora de resposabilidad social corporativa de la compañía.
Diversos informes apuntan también que los bosques y las áreas naturales promueven la actividad física al aire libre, reduciendo enfermedades como la obesidad, la diabetes y el estrés. La evidencia científica muestra que vivir cerca de zonas verdes reduce la mortalidad causada por enfermedades cardiovasculares y respiratorias. También se han vinculado con menor prematuridad y mejor peso del bebé al nacer.