La Unidad de Personalidad y Comportamiento implanta la "psicoterapia sensoriomotriz"

Procedente de EEUU, este tipo de tratamiento acaba de desembarcar en Europa y ahora también en España
Lucía Fernández, psicóloga de equipo de la Unidad de Personalidad y Comportamiento (Orientación familiar y prevención) del complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo-Grupo Quirón Salud, aclara que este tipo de tratamiento analiza los síntomas de malestar emocional de forma neurofisiológica

Comportamiento (Orientación familiar y Prevención) del complejo hospitalario Ruber Juan Bravo se acaba de convertir en una de las pioneras en contar con un nuevo tratamiento psicológico eficaz para la población infantojuvenil casi inexistente en España. Se trata de la Terapia Sensoriomotriz, una opción terapéutica novedosa y de gran utilidad en el tratamiento de trastornos mentales complejos, como el Trastorno Límite de la Personalidad, gracias al estudio y funcionamiento  del sistema nervioso de cada persona.

Como destaca Lucía Fernández, psicóloga de la Unidad, "la Terapia Sensoriomotriz analiza los síntomas de malestar emocional de forma neurofisiológica, es decir, estudia qué estructuras cerebrales desencadenan reacciones físicas y emocionales descompensadas, prestando mucha atención a la inervación del sistema nervioso autónomo o neurovegetativo".   

Sabemos, insiste, "que determinados eventos traumáticos de la vida de las personas desencadenan sensaciones corporales de angustia, miedo o ansiedad. Estas respuestas se desencadenan por ciertas estructuras cerebrales aun cuando el peligro percibido por la persona ya ha finalizado, lo que genera síntomas de malestar físico y emocional ante situaciones similares en el presente, sin que el paciente pueda manejarse mejor en dichas situaciones".

Procedente de EEUU y recientemente instalada en Europa, actualmente son pocos los centros españoles que disponen de ella, a pesar de su eficacia contrastada y de que "la conciencia plena (mindfulness), la teoría del apego, la disociación estructural de la personalidad y el procesamiento de eventos traumáticos también son ejes nucleares de la misma", insiste la psicóloga.    

Las personas diagnosticadas por un Trastorno de Personalidad (TP) tienen dificultades en el manejo de las emociones, que suelen vivirse como emociones descompensadas, desrreguladas e intensas. También suelen presentar dificultades para poner límites sanos en sus relaciones y para mantener un autocuidado saludable.

La Terapia Sensoriomotriz, "ayuda a la autorregulación de los pacientes con estas dificultades, así como contribuye a la superación de eventos traumáticos o relacionados con el trauma de apego,  común en el TP, dotándolas de recursos personales o ayudándolas a procesar tales eventos", recalca Lucía Fernández.

Una vez procesados se transforman esas respuestas, dando a los pacientes conciencia plena de ellas y recursos en forma de tareas o experimentos para que la persona se pruebe poco a poco y así para poder resolver sus síntomas. 

Como aclara la experta, "los terapeutas más experimentados en Terapia EMDR (Terapia de Reprocesamiento del trauma por movimiento ocular) suelen complementar su formación con la Terapia Sensoriomotriz, ya que ayuda a las personas a procesar ideas y creencias desadaptativas, construir y definir el sentido de identidad y del yo, o procesar eventos traumáticos que mantienen los síntomas en la vida diaria de las personas, impidiendo que éstas puedan tener una correcta autorregulación emocional. Además aporta un trabajo directo con el cuerpo, dotando al paciente de recursos para ayudar al cuerpo a calmarse y así poder autorregularse en su día a día".

De esta forma, se proporciona una salida fisiológica para que ciertas estructuras cerebrales que funcionan en cadena o en paralelo (como un ordenador), funcionen correctamente, ya que como consecuencia de estresores agudos o cotidianos, estas estructuras como la amígdala, el sistema límbico o el neuro-córtex, puedan alterar su nivel de actividad, algunas veces hiperactivándose y otras hipoactivándose, lo cual genera problemas para manejar mejor los recursos personales cuando se tiene ansiedad o angustia, no pensando con claridad y generando malestar físico sin que la persona pueda reaccionar.

De este modo, se otorga al paciente de las herramientas necesarias para alcanzar un nivel de bienestar óptimo, haciendo que pueda vivir de manera coherente con las exigencias de la vida cotidiana.

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