Las secuelas oculares provocadas por la COVID-19 serían similares a las de los pacientes con neuropatía diabética y enfermedad de ojo seco

Las secuelas podrían perdurar hasta 10 meses después de sufrir la enfermedad
El 91% de los pacientes afectados por la COVID-19 presentan alteraciones en el tejido nervioso corneal

La COVID-19 afecta a la salud ocular, incluso después de haber superado la enfermedad. Esta es la conclusión a la que ha llegado un equipo de investigadores formado por oftalmólogos y optometristas del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega (IOFV), el Instituto de Investigación Sanitaria del Principado de Asturias (ISPA) y el Instituto de Neurociencias, centro mixto de la Universidad Miguel Hernández (UMH) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), a través de un estudio que asocia la infección por SARS-CoV-2 y la neuropatía de fibras pequeñas en la córnea y que ha sido publicado en la prestigiosa revista The Ocular Surface.

"Las alteraciones morfológicas encontradas en córneas de pacientes con COVID-19 son similares a las encontradas en córneas diabéticas y con enfermedad de ojo seco", comenta Alberto Barros, optometrista del IOFV. "El dolor y la incomodidad concuerdan con los síntomas de estas enfermedades y se acompañan de pérdida funcional y alteración de la sensibilidad", señala el experto. En los pacientes esto conlleva incomodidad, sequedad, irritación e incluso episodios de dolor. Los ojos se vuelven más sensibles a condiciones externas, como el aire acondicionado, manifestando sensación de arenilla o de pinchazo.

Esta investigación ha reunido a un grupo de pacientes que habían superado la COVID-19, examinados bajo microscopía confocal para obtener imágenes de las fibras nerviosas de la córnea. "El 91,3% de los pacientes presentaron alteraciones en el tejido nervioso corneal, compatibles con una neuropatía de fibras periféricas", destaca el Dr. Luis Fernández-Vega (IOFV). "La infección viral causa axonopatía de las fibras sensoriales, que se vuelve crónica después de la recuperación de los pacientes".

Además, hay indicios que señalan que estas secuelas pueden ser de larga duración. Los daños se mantenían tanto a los 3, como a los 6 y 10 meses de haber pasado la enfermedad, e incluso en algunos casos empeoraban dichas alteraciones, lo que nos lleva a pensar que esas variaciones se pueden mantener a lo largo del tiempo.

Las secuelas que la COVID-19 deja en las personas, tanto durante el transcurso de la enfermedad como después de superarla, han sido objeto de estudio desde que conocemos el virus. "Nos llamaba la atención, inicialmente, que hubiese pacientes que perdían el olfato y eran incapaces de apreciar los sabores. Sabemos que la función somatosensorial de este sentido está mediada por el nervio trigémino y éste comparte una rama que inerva la córnea", comenta uno de los autores de este estudio. "Pensamos que, valorando la inervación de la córnea, podíamos ver si había alguna alteración en ese nervio, asociada a una infección por coronavirus", apunta la Dra. Juana Gallar, del Instituto de Neurociencias de la Universidad Miguel Hernández-CSIC de San Juan de Alicante.

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