España es uno de los países con más horas de sol de Europa, algo que puede suponer una ventaja en lo que a nuestra salud se refiere cuando hablamos de la vitamina D. Conocida como "antirraquítica", ya que su deficiencia provoca alteraciones de crecimiento, esta vitamina se asimila a través de la exposición solar en un 90%. El 10% restante procede de la alimentación.
"La vitamina D es una hormona más que una vitamina en el sentido clásico ya que, si hay exposición suficiente a la luz solar no se necesita ningún suplemento dietético. Ejerce sus funciones fisiológicas sobre el hueso, el intestino, el riñón y las glándulas paratiroides para regular el metabolismo del calcio y del fósforo" señala la Dra. Cecilia Almuiña Tojo, directora de International Medical Institute de Vithas Internacional.
Como apunta la especialista, en nuestro país la principal fuente de vitamina D es endógena: "a través de síntesis cutánea por estimulación solar". Su vinculación en la asimilación del calcio pone de relieve la importancia de mantener unos niveles óptimos de la misma para conservar nuestra salud ósea y prevenir las fracturas en personas adultas. Además, en los últimos años se investiga intensamente su relación con enfermedades crónicas, como patología infecciosa, autoinmune y cáncer.
Sin embargo, a pesar de la ventaja de nuestro clima, en la actualidad es frecuente encontrarnos con personas que presentan déficit de esta vitamina. "Determinados cambios en nuestros hábitos de vida están causando que los niveles de vitamina D sean cada vez más bajos entre la población española, tanto por la escasez de actividades al aire libre, como por la nutrición", afirma la Dra. Almuiña. Los alimentos que presentan mayor contenido en vitamina D son pescados azules, moluscos, crustáceos y derivados, huevos, lácteos, setas o el aceite de hígado de bacalao. Sobre la exposición solar, la especialista recomienda "pasar entre 10 y 15 minutos al sol con baja protección, exponiendo manos y piernas, a primera hora de la mañana o a última de la tarde".
Las personas que presentan déficit de vitamina D no suelen tener síntomas específicos. A través de un análisis de sangre se pueden medir los niveles y en caso de situarse por debajo de lo recomendado se pueden corregir a través de la toma de suplementos, siempre bajo supervisión médica.