Los expertos alertan del aumento del bruxismo en niños y adolescentes, que lo sufren entre el 20 y el 30%

Los estudios apuntan a un incremento de este trastorno en la edad infantil asociado a estados de ansiedad y estrés. Otras causas son las enfermedades neurológicas o reumatológicas o ciertos hábitos que aumentan los síntomas (como la ingesta de chicles o morderse las uñas)
En la adolescencia, el bruxismo suele ir acompañado de dolores de cabeza, dolores musculares y alteraciones en la mandíbula, y es frecuente que le acompañe a la persona a lo largo de toda su vida, dado que en esta etapa el estrés suele ser la principal causa y que la forma de afrontarlo no suele variar
Es fundamental conocer el origen, para  incidir en él o para minimizarlo o evitarlo y poner en marcha algunos sencillos consejos prácticos para combatirlo
Si en la adolescencia y la edad adulta, el bruxismo se acompaña de alteraciones en la forma de morder, debe colocarse un tratamiento de ortodoncia y si fuese necesario férulas o placas de relajación nocturna para corregirlo durante la noche

Según los expertos, el bruxismo, conocido coloquialmente como ‘chirriar de dientes' (la contracción excesiva de los maxilares que generan un ruido característico), está aumentando en la edad infantil y adolescente. Aunque puede aparecer a cualquier edad, suele ser un trastorno que se empieza a sufrir desde una edad temprana (niños y adolescentes), a los que de hecho afecta entre el 20  y el 30%, según los últimos datos al respecto. Los estados de ansiedad y estrés, las enfermedades neurológicas o reumatológicas o ciertos hábitos que aumentan los síntomas (como la ingesta de chicles o morderse las uñas), son las principales causas del bruxismo.

Cuando el bruxismo aparece, lo primero que hay que hacer es averiguar el origen. Solo si se conocen las causas, se puede actuar sobre ellas minimizándolas o  evitándolas. Para ello, los expertos diferencian en primer lugar dos grupos en función de la edad a la que se presente el trastorno: los pacientes en edad infantil (antes de la adolescencia), con dientes de leche y en los que el bruxismo puede ser funcional y no una patología. Y el paciente adolescente, que muestra cambios hormonales y que tiene la mayoría de los dientes definitivos presentes. En esta etapa el bruxismo suele acompañarse de dolores de cabeza, dolores musculares y alteraciones en la articulación mandibular e incluso dificultad en la apertura de la mandíbula. Respecto al paciente adulto, los síntomas que lo caracterizan son idénticos a los del adolescente y suelen asociarse con jaquecas.

En la infancia, el bruxismo es una actividad involuntaria de la musculatura de la mandíbula, que suele ser considerada como una forma natural de desarrollar la dentición y estimular la formación muscular y ósea de los huesos de la cara. En esta edad, el trastorno suele desaparecer al salir las muelas permanentes y los dientes incisivos. En los niños menores de 7 años, la tasa de bruxismo es de un 10%. Este porcentaje se eleva a uno de cada cuatro niños cuando la tasa de edad oscila entre los 7 y los 11 años. Cuando el bruxismo afecta al adolescente, es frecuente que le acompañe durante toda su vida. En la mayoría de los casos porque permanecen las causas que lo provocan, generalmente el estrés y al ansiedad, y el modo de afrontar ambos. Además, los expertos apuntan también a una mayor prevalencia del bruxismo infantil en hijos de padres que en su momento también lo padecieron.

Lo primero que hay que hacer es descartar la existencia de una patología asociada, como enfermedades neurológicas o reumatológicas. Como señala a este respecto odontólogo y estomatólogo Dr. Manuel Gómez (Profesor de Odontología de la Universidad del País Vasco y doctor en Cirugía e Implantología por la UPV), "cada vez vemos en la consulta a más pacientes con problemas de columna, que les acarrea problemas en la articulación mandibular o a la inversa, pacientes cuyos problemas en el eje troncal están provocando problemas en la musculatura de la boca, lo que les provoca dolores de cabeza y otras alteraciones".

Estrés, chicles y morderse las uñas

Una vez descartadas patologías asociadas, hay que investigar aquellas causas que desencadenan los síntomas, como los factores estresantes o ciertos hábitos que aumentan los síntomas (que en el caso de los niños se producen con cierta frecuencia, como la ingesta de chicles, algunas chucherías o incluso morderse las uñas). Una vez localizados estos, es importante minimizarlos,  disminuir su impacto y si es posible, evitarlos.  "Hay gente que acude al neurólogo por jaquecas y el origen es el bruxismo", señala el odontólogo Manuel Gómez.

Cuando el trastorno se acompaña de de alteraciones de la oclusión (la forma de morder), debe colocarse en la edad adecuada un tratamiento ortodóncico para lograr que los dientes encajen bien entre sí. Junto a ello también se pueden utilizar férulas o placas de relajación nocturna para evitar que durante la noche el paciente contraiga los maxilares de forma inconsciente), siempre y cuando no queden dientes por salir. "Hay que ser muy cuidadoso con el momento en que se colocan estos elementos. Nunca deben colocarse a niños que no tienen todos sus dientes y muelas permanentes", aclara a este respecto el profesor y odontólogo Manuel Gómez.

Algunos consejos

Algunos consejos prácticos para disminuir el bruxismo infantil son evitar que los niños y adolescentes se muerdan las uñas, labios u otros objetos, como lápices o bolígrafos; tratar de disminuir su actividad física y mental antes de ir a la cama con baños relajantes, leyendo un cuento, paseando, o con otras técnicas de relajación; tratar además de que no se vaya a la cama enfadado o triste; que no se quede dormido viendo la televisión o con un videojuego… Si los síntomas persisten lo mejor es visitar a un odontólogo para evitar que el problema se agrave.

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