"Con la patología que tengo, ¿puedo vacunarme frente a la COVID-19?". Esta es, probablemente, la pregunta más repetida en las consultas de muchos profesionales de la salud en los últimos meses. Por ello, la Fundación Jiménez Díaz organizó recientemente la jornada online ‘Dudas de pacientes y vacuna COVID-19', para resolver las principales inquietudes de sus pacientes a la hora de vacunarse contra el coronavirus.
"En los últimos meses ha habido una gran difusión de informaciones diversas y, especialmente con la vacuna de la COVID-19, han surgido muchas dudas. De ahí que los pacientes, cuando acuden a la consulta de su especialista, lo primero que pregunten es si con su patología, problema o medicación que estén tomando pueden vacunarse con tranquilidad", explica el Dr. Óscar Gómez, director corporativo de Continuidad Asistencial de la Fundación Jiménez Díaz. "Por ello, quisimos enfocar las dudas a aquellas especialidades que cuentan con un mayor número de pacientes, a quienes invitamos directamente a participar a través de nuestra aplicación, el Portal del Paciente".
En total, ocho profesionales de otras tantas especialidades abordaron las patologías más frecuentes de sus respectivos campos y su posible relación, o ausencia de ella, con la vacuna de la COVID-19 y respondieron a las preguntas más comunes de los pacientes, así como a las que los asistentes a la jornada plantearon a través del chat habilitado al efecto.
"Las vacunas son actualmente nuestra principal arma frente al coronavirus", afirmó el Dr. José Tuñón, jefe del Servicio de Cardiología del hospital madrileño, recordando la relación bidireccional entre el corazón y la COVID-19, ya que padecer cardiopatías puede favorecer contraer el coronavirus y, al mismo tiempo, la propia infección puede dañar el corazón. Por eso, aclaró, "salvo en caso de alergia a alguno de sus componentes, los pacientes con afectación del corazón tienen más indicado vacunarse que los que no las presentan, y en ningún caso una cardiopatía es contraindicación para la vacuna, sino todo lo contrario".
"No es necesario realizar sistemáticamente estudios alergológicos previos a todos los sujetos con reacciones graves a fármacos o a alimentos; solo a aquellos que han sufrido reacciones alérgicas previas a sus componentes o han presentado reacción grave a la primera dosis frente al coronavirus", matizó por su parte el Dr. Joaquín Sastre, jefe del Servicio de Alergología del centro, quien aseguró que los pacientes alérgicos se pueden vacunar. Sí es recomendable, apuntó, que todo paciente alérgico que vaya a ser vacunado frente a la COVID-19 sea vigilado por personal sanitario durante 30 minutos si sufre alguna enfermedad alérgica común o historia familiar de alergia grave, o durante 45 minutos, si tiene antecedentes personales de anafilaxia o alergia grave a otras vacunas. Además, si se debe poner otra vacuna distinta a la del coronavirus conviene espaciarlas entre 7 y 10 días.
Vacuna en pacientes oncológicos
Tampoco lo considera ningún problema para su especialidad el Dr. Jesús García-Foncillas, jefe del Departamento de Oncología de la Fundación Jiménez Díaz y director de su Instituto Oncológico, OncoHealth. Al contrario: "La vacunación en los pacientes oncológicos es claramente recomendable porque reduce el riesgo de contagio y disminuye la incidencia de COVID-19 grave y de complicaciones severas asociadas", afirma. Sin embargo, es recomendable administrarla en los momentos de situación inmunológica más favorable, considerando que las terapias oncológicas pueden mermar la capacidad de desarrollar inmunidad frente al virus. "Siempre que sea posible, en los pacientes de cáncer se aconseja vacunar antes de iniciar un tratamiento oncológico". Y, en el caso de aquellos pacientes que se encuentran en tratamiento antineoplásico activo, "se recomienda esperar a terminar el proceso terapéutico de su cáncer antes de vacunar".
También es preferible vacunar antes de iniciar el tratamiento a los pacientes oncohematológicos si la enfermedad está controlada, "pero si no es así y la enfermedad está activa, es mejor esperar a alcanzar primero respuesta y después inmunizar", explicó el Dr. Javier Cornago, médico adjunto del Servicio de Hematología, quien recordó que la mortalidad asociada a la infección por COVID-19 en los pacientes oncohematológicos es de hasta el 30 por ciento, un porcentaje muy superior al de la población general, por lo que se trata de un grupo altamente vulnerable y prioritario de vacunación. Así, el especialista aconsejó vacunar también a cuidadores y convivientes y recalcó que hay que tratar a cada paciente de forma individualizada y según su patología. "Por ejemplo, en pacientes sometidos a trasplante de progenitores hematopoyéticos y en aquellos que reciben tratamiento con anticuerpos monoclonales anti-CD20 se recomienda esperar seis meses para vacunarse".
Por su parte, la jefa del Servicio de Hematología y Hemoterapia del centro, la Dra. Pilar Llamas, afirmó que los pacientes con terapia antitrombótica y a aquellos con un trastorno hemorrágico pueden recibir vacunas por vía intramuscular, y también los anticoagulados que, advirtió, no deben suspender el tratamiento en ningún caso para vacunarse. Asimismo, advirtió a los pacientes en tratamiento antiplaquetario de que pueden continuar su tratamiento sin ajuste alguno y que, en el caso de que tras la vacunación se adviertan síntomas como dificultades respiratorias, dolor en el pecho o en las piernas, cefalea intensa y visión borrosa o dolor abdominal, deberán solicitar atención médica inmediata.
Memoria inmunológica
Ante las principales dudas planteadas por los pacientes del servicio de Nefrología del hospital, su responsable, el Dr. Alberto Ortiz, lo tiene claro: "La mejor vacuna es la que te pueden poner, porque en este momento no hay vacunas para todos". De ahí que insistiera en recordar que las personas con enfermedad renal crónica tienen un alto riesgo de sufrir COVID-19 grave y, por ello, "deben vacunarse en cuanto sea posible".
Una recomendación que compartió la Dra. Aida Orviz, especialista en esclerosis múltiple (EM) del Servicio de Neurología de la Fundación Jiménez Díaz, quien señaló que ninguna de las vacunas aprobadas en España está contraindicada para pacientes con EM, tratada o no con inmunosupresor, ya que ninguna tiene el microorganismo vivo. A este respecto, pese a que algunos inmunosupresores utilizados en esta patología pueden conllevar una respuesta atenuada a las vacunas, recomendó "fehacientemente vacunarse, porque genera una memoria inmunológica que disminuye el riesgo de adquirir COVID-19 grave".
También en el caso de los pacientes con enfermedades reumatológicas puede emplearse la vacuna frente al coronavirus de forma segura, así como en aquellos que reciben fármacos inmunosupresores, si bien "se recomienda administrarse en un momento en el que la enfermedad sea estable y sus complicaciones las menores posibles, debiendo retrasarse ante un brote grave de su enfermedad hasta lograr el control del mismo", aconsejó el Dr. Juan Antonio Martínez López, médico adjunto del Servicio Reumatología, quien no recomendó modificar las pautas de tratamiento, pero admitió que puede valorarse siempre que la situación clínica del paciente lo permita para optimizar la eficacia de la inmunización.
"En el caso de las mujeres embarazadas, aún no hay evidencia suficiente para recomendar la vacunación frente a la COVID-19 de forma generalizada, pero si la paciente presenta alto grado de exposición o de riesgo de complicaciones tras la infección, puede valorarse la de forma individualizada", expuso la Dra. Paula Marín, médico adjunto del Servicio de Ginecología y Obstetricia del centro. Tampoco hay motivos para pensar que no se pueda inmunizar a pacientes que están dando lactancia materna, pero para las mujeres que aún no están embarazadas pero quieren estarlo, informó: el tiempo recomendado para buscar gestación tras la vacuna varía desde las dos semanas a los dos o tres meses.