No sirve de nada si no se está concienciado en querer abandonar el hábito tabáquico. Por mucho que un ser querido o incluso el médico lo diga, la motivación ha de salir de uno mismo
Reducir el consumo de tabaco o el consumo esporádico (fumador/a social) es un autoengaño cuando la relación con el tabaco ha sido de dependencia
Se debe conocer qué es lo que viene detrás de dejar de fumar (ansiedad, irascibilidad, ganar peso…) y cambiar los hábitos diarios relacionados con el tabaco
El 31 de mayo de cada año la Organización Mundial de la Salud celebra el Día Mundial Sin Tabaco para hacer hincapié en los riesgos sanitarios asociados al consumo de tabaco y abogar por políticas eficaces que contribuyan a reducir dicho consumo. En este contexto, Libe Mariscal Ormazabal, experta psicóloga en adicciones y miembro del Colegio de Psicología de Bizkaia, quiere dar las siguientes recomendaciones para ayudar en el proceso de abandono del hábito tabáquico con éxito.
- La motivación de dejar de fumar tiene que salir de uno/a mismo/a. Esta es la recomendación más importante. No sirve de nada si no se está concienciado en querer abandonar el hábito tabáquico. Por mucho que un ser querido o incluso el médico te lo diga, la motivación ha de salir de uno mismo. Dejar de fumar es una meta difícil, si la motivación no es realmente de uno mismo hay un gran porcentaje de riesgo de fracaso
- Analizar cómo ha sido la relación con el tabaco hasta ahora. Se debe hacer un análisis y conocer el grado de dependencia que se tiene con el tabaco. En el caso de haber sido dependiente, una disminución del consumo o un consumo esporádico (fumar en ocasiones especiales o el denominado fumador social) puede generar una recaída y se debe evitar autoengañarse.
- Conocer lo que viene después de dejar de fumar. Este punto preocupa mucho a los fumadores. Es normal que crezca la ansiedad y que la persona que deja de fumar esté más irascible, que cambie su sueño, que engorde… Por ello es muy importante que se conozca bien cuáles son estas consecuencias para poder controlarlas y evitar frustraciones.
- Cambiar de rutinas. El tabaco tiene un gran componente de dependencia psicológica. Todos los hábitos adquiridos en torno a fumarse un cigarrillo se deben eliminar gradualmente. Por ejemplo, fumarse un cigarro después de comer o relacionar el tiempo de ocio con fumar. Esta es la parte más difícil y que más cuesta poner en práctica. Por ello es muy importante cambiar de hábitos para no asociarlos al consumo de tabaco.
- Comer ligero y beber mucha agua. Está demostrado que las comidas pesadas intensifican las ganas de fumar y se recomienda dejar de lado las comidas copiosas. Asimismo, cuando se abandona el hábito tabáquico el organismo se encuentra inmerso en un proceso de depuración y el agua es lo que mejor ayuda para limpiar.