El domingo, 29 de septiembre, se celebra en todo el mundo el Día Internacional de las Personas Sordas, una efeméride que cada año pone la atención en la importancia de los problemas de audición. Tal es la importancia de este tipo de problemas, que la ley obliga a realizar pruebas de audición a los recién nacidos, "ya que la falta de audición puede comprometer el correcto desarrollo cognitivo del menor. De hecho, el retraso en la adquisición del lenguaje por parte de los niños puede ser un síntoma de sordera, por lo que se debe estar atento al desarrollo del lenguaje y, en caso de sospecha, acudir al pediatra o al otorrinolaringólogo", expone el doctor Iñigo Ucelay, especialista en Otorrinolaringología de IMQ.
El 80% de las hipoacusias infantiles severas (disminución de la capacidad auditiva del menor) están presentes en el momento del parto o en el periodo neonatal. "Para detectarlas, se emplean dos tipos de técnicas. En primer lugar, tenemos las otoemisiones acústicas, en las que se emite un sonido externo y se espera la respuesta del oído interno del menor (cóclea). También se dispone de la prueba de los potenciales evocados auditivos. En este caso, no se necesita la colaboración del menor, ya que mediante unos electrodos en la cabeza del niño se puede comprobar de manera objetiva la respuesta del cerebro y del oído interno ante un estímulo acústico", desgrana el experto.
Para los niños más crecidos, se pueden efectuar también audiometrías, "igual que las que se realizan a los adultos, pero empleando juguetes o ruidos que son familiares para los más pequeños".
Entre las diversas causas de sordera en los recién nacidos, además de las causas hereditarias, se encuentran el sufrimiento fetal durante el parto (generalmente por falta de oxígeno) y el contagio de la madre, durante el embarazo, del citomegalovirus. "En el caso del citomegalovirus, lo ideal es que la madre ya haya pasado la enfermedad, de modo que haya generado defensas previas. De otro modo, hay que intentar evitar el contacto con personas infectadas por este virus, con el fin de reducir el riesgo del contagio".
¿Un catarro fuerte y mal curado puede dejar sordo a un niño?
El experto llama la atención sobre la importancia de las otitis medias agudas (inflamación aguda del oído medio). En éstas, se ve afectado el interior del tímpano y su síntoma más importante es el dolor. Pueden conllevar una pérdida de audición. "Muchas de las otitis medias agudas están relacionadas con catarros nasales, problemas alérgicos, sinusitis, las llamadas ‘vegetaciones' (adenoiditis) y otros, que van evolucionando hasta afectar de manera importante al oído. Y lo mismo ocurre con enfermedades de carácter vírico, como la gripe, el sarampión, la varicela y otros, que pueden contribuir a la aparición de una pérdida de audición en el menor".
Otro tipo de otitis medias, las otitis medias serosas "pueden provocar sordera de larga evolución. Se trata de la formación de acúmulos de moco dentro del oído medio que dificultan el correcto movimiento del tímpano y la cadena de huesecillos". En relación con el tratamiento, "en primer lugar se suele optar por un tratamiento médico, pero si el problema no se cura en tres meses, o produce lesiones en el tímpano o un retraso importante en el lenguaje, se opta por un tratamiento quirúrgico. En estos casos, en la operación se pone un drenaje transtimpánico "para recuperar la aireación del oído medio y una audición normal".
Dentro de las otitis, sin embargo, en la temporada de verano, las más frecuentes son las otitis externas, "que se dan con mayor frecuencia en verano y cuyo medio de contagio más habitual son las piscinas. En este caso, los gérmenes provocan una infección aguda del oído externo. Suele provocar un dolor más o menos intenso, que puede acentuarse al presionar el oído y que puede cursar también, en ocasiones, con una secreción por el conducto auditivo". Entre otras medidas de tratamiento para estos casos, los antibióticos tópicos y la higiene periódica de la zona, son esenciales.
Cuando se juega, ojo al oído
Por último, el especialista en Otorrinolaringología advierte sobre los traumatismos en la zona del oído cuando los menores juegan o practican deporte. "No es infrecuente que a nuestras consultas acudan niños con roturas de tímpano debido a fuertes balonazos o pelotazos, recibidos durante la práctica deportiva. En estos casos, las ondas del impacto pueden afectar de manera traumática tanto al tímpano como a la cadena de huesecillos. Tras el impacto, si el tímpano no cicatriza espontáneamente, se puede optar por una reparación del mismo en el quirófano".