Los índices de sobrepeso y obesidad han aumentado en todo el mundo en los últimos años debido al desequilibrio existente entre las calorías ingeridas y las gastadas, provocado por el cambio en los hábitos de alimentación y por la disminución de la actividad física. Esto implica riesgos para la salud y una mayor probabilidad de sufrir diversas enfermedades.
Según los resultados de un estudio sobre salud y nutrición elaborado por Centers for Disease Control and Prevention (CDC), la mayor parte de los azucares añadidos de la dieta americana proceden de alimentos sólidos y no de las bebidas. En concreto, cerca del 70% de las calorías proceden de los azúcares añadidos que los estadounidenses consumen en su dieta diaria a través de alimentos procesados, como el pan, los pasteles, los helados, la salsas y aliños, etc. Sin embargo, en el caso de las bebidas este porcentaje apenas alcanza el 30%.
La investigación revela, además, que el consumo de azúcar añadido en las mujeres es mayor que en los hombres. Además, a medida que la población aumenta en edad el consume de azúcar añadido tiende a disminuir.
Partiendo de estos datos, desde la Asociación de Bebidas Refrescantes (ANFABRA) han recordado que "en el caso de España y de las bebidas refrescantes, el aporte energético en el global de la dieta es insignificante. De hecho, las calorías diarias procedentes de los refrescos solo suponen entre el 1% y el 2% del total de las ingeridas a lo largo del día". Además, desde la asociación han destacado la importancia de llevar una dieta equilibrada combinada con actividad física.