La ansiedad es un estado de agitación que es una respuesta adaptativa a la agresión del entorno. Se manifiesta por dolor u opresión en el pecho, palpitaciones, contracturas en cuello, hombros y espalda, náuseas, irritabilidad, alteraciones del sueño, fatiga, disminución de la libido y disfunción eréctil, sensación de sufrimiento y de infelicidad.
Los niños tampoco se libran de esta desagradable reacción que puede ser el germen de problemas futuros en la edad adulta si no se trata a tiempo. Un nuevo estudio aporta datos y revela que entre un 6% y un 20% de los niños y adolescentes también padecen ansiedad. Por eso es importante el diagnóstico precoz, ya que en estos pacientes la calidad de vida está muy mermada y tienden a la cronificación del problema.
Aunque todos los niños sienten ansiedad y temor en algún momento de su vida, si ésta es desmesurada y afecta a sus vidas los padres deben llevar al niño al médico para que éste pueda valorar si los síntomas son normales para la etapa evolutiva del niño o no lo son.
Algunos estudios asocian la ansiedad en edades precoces a depresión y a trastornos de conducta. Además, sufrir ansiedad en la infancia es un factor de riesgo para sufrir trastornos mentales en la edad adulta.