Formas para aumentar el poder adictivo y el consumo
Desde los primeros momentos de su complejo proceso industrial, el tabaco sufre grandes alteraciones en su composición natural, que por lo general tan sólo van encaminadas a aumentar el poder adictivo y el mayor consumo de cigarrillos.
La primera de estas adulteraciones resulta de todas las sustancias químicas que durante su cultivo afectan y alteran la composición natural del tabaco (no sólo se han hallado pesticidas en los cigarrillos, sino también sustancias radiactivas). Además, durante el proceso de manufacturación industrial, se emplean múltiples métodos y sustancias para obtener un sabor diferente y una mejor combustión.
Las compañías tabaqueras utilizan unas 600 sustancias extras durante el proceso de manufacturado con el fin de aumentar el poder adictivo y el consumo de tabaco.
Para que se queme más rápido
Podemos tener la seguridad de que todo cigarrillo que no se apague por sí solo al dejarlo en el cenicero habrá sido tratado con sustancias químicas. Dado que la rápida combustión incita a dar más caladas, a la hoja y al papel se le añaden elementos químicos que hacen que se queme más rápida y profundamente. Esto origina serios riesgos, no sólo para la salud del fumador, sino también de incendio, ya que muchas veces los cigarrillos continúan ardiendo aun habiendo sido teóricamente apagados.
Crear mayor dependencia
Por otra parte, las compañías tabaqueras cuentan con sustancias que, mezcladas con el tabaco, hacen que el fumador necesite fumar cada vez más. En general, se pretende enmascarar el olor y aumentar el sabor y el efecto de la nicotina. Para eso se utiliza, por ejemplo, amoniaco, que aumenta un 30% la absorción de la nicotina por el organismo. O cacao, que produce mayor capacidad de aspiración, con lo que se consigue que llegue mayor cantidad de humo a los pulmones. También se utiliza chocolate, ya que crea adicción, así como mantequilla, café, azúcares y concentrados de zumos de diversas frutas (manzana, higo, mandarina, naranja y piña) y vino, whisky, ron, aceites de semilla, vinagre y urea (un componente de la orina), que se emplean para aromatizar, enmascarar olores y dar sabores, así como para que el humo sea más ácido, lo que hará que se fume aún más.
Avisos en las cajetillas
Desde 1993, la composición del tabaco aparecía "reflejada" en las cajetillas de cigarrillos vendidas en España, ya que es obligatorio que lleven advertencias que hagan referencia a algunos de los graves riesgos para la salud que ocasiona el tabaco, y que aparezcan las concentraciones de alquitrán y nicotina, que señalan el contenido en miligramos de estos venenos en cada cigarrillo. Sin embargo, recientemente se ha detectado que las cantidades aparecidas, muchas veces, tienen poco que ver con las que contienen los cigarrillos, que llegan a ser hasta el doble de las anunciadas y superan los límites máximos permitidos por la ley.
El monóxido de carbono
El monóxido de carbono es un gas incoloro que se desprende durante la combustión del tabaco y del papel, y que el tabaco light genera en la misma proporción que el normal.
Cuando llega a la sangre, se combina con ella para formar un producto que en las personas sanas reduce la capacidad de la sangre para transportar oxígeno a las células del organismo (lo que dificulta el esfuerzo físico), lo que produce alteraciones en las paredes de las arterias y venas al facilitar la acumulación de grasas en ellas, su posterior obstrucción y, como consecuencia, enfermedades cardiocirculatorias graves. En las personas que ya padecen estos trastornos actúa, además, impidiendo que el corazón reciba el oxígeno necesario, lo que eleva el riesgo de padecer angina de pecho e incrementa el número de infartos de miocardio.
Alquitranes y oxidantes
Los alquitranes y oxidantes son sustancias que, como sucede con la nicotina, se transfieren desde la hoja de tabaco del cigarrillo al humo durante la combustión y posteriormente se solidifican cuando el humo se enfría.
Muchos de los alquitranes son sustancias carcinógenas que pueden actuar sobre las células del organismo y provocar alteraciones en ellas, ya sea directa o indirectamente. De este modo, acaban por provocar tumores y cánceres. Las sustancias oxidantes, por su parte, son causantes de bronquitis crónica y enfisema pulmonar, enfermedades respiratorias que conducen a la muerte después de años de sufrimiento.