La insuficiencia renal o hidropesía responde a un deterioro progresivo e irreversible de la función renal.
Un signo precoz en la evolución de una insuficiencia renal crónica es la anemia, causada en gran parte por el déficit de eritropoyetina (hormona sintetizada en el riñón y que promueve la generación de glóbulos rojos), aunque también influyen otros factores como las pérdidas gástricas, la disminución de la vida media de los glóbulos rojos por la misma uremia, la desnutrición o el déficit de hierro. En los leucocitos, se produce una alteración en su función que provoca un cierto grado de inmunodeficiencia.
Según una encuesta de la Asociación Renal Europea-Asociación Europea de Diálisis y Trasplante, la anemia es la complicación más frecuente de la insuficiencia renal crónica seguida de la enfermedad cardiovascular. Los nefrólogos también estiman que seis de cada diez pacientes con insuficiencia renal y anemia también sufren comorbilidades, como enfermedades cardiovasculares y diabetes. La mayoría de los nefrólogos (75%) consideran que este tipo de pacientes son complejos de manejar.