La alimentación y el consumo de agua, claves para evitar la deshidratación en verano

Las altas temperaturas favorecen la deshidratación, que puede acarrear consecuencias graves para la salud como la alteración del sistema cognitivo
La reposición de los líquidos perdidos debe paliarse en un 80% con la ingesta de agua y en un 20% a través del consumo de alimentos con alto contenido hídrico

La deshidratación es el estado producido por una pérdida excesiva de agua por parte del organismo. En verano, época en que las temperaturas alcanzan cotas máximas, el riesgo de padecer esta afección se multiplica, especialmente en población más sensible como niños, personas mayores y embarazadas, aumentando el riesgo de sufrir consecuencias para la salud derivadas de la falta de líquido.

El cuerpo humano se compone en un 60% de agua, la cual se utiliza para funciones básicas como la regulación de la temperatura corporal, la lubricación de las articulaciones o la eliminación de los desechos. Por tanto, mantenerse hidratado es fundamental, especialmente teniendo en cuenta que en el periodo estival se pierde mayor cantidad de H2O que en otras épocas del año, debido a un incremento de la transpiración.

"Los primeros síntomas de deshidratación se producen cuando se ha perdido un 2% del agua corporal y se concretan en una sensación de sed y malestar, pudiéndose presentar sequedad de piel y pérdida de apetito", indica Natalia Galán, nutricionista de Blua de Sanitas. "Si la pérdida de agua es de un 5%, aparece somnolencia, dolor de cabeza, náuseas y hormigueo en alguna de las extremidades, hasta llegar al delirio si la pérdida alcanza entre un 10% y 15%", señala Natalia Galán.

Además, desde la Asociación Española del Corazón advierten que la deshidratación causa una contracción del tejido cerebral que se asocia a un aumento del volumen ventricular, llegando a afectar negativamente en la respuesta de nuestro cerebro a un actividad intelectual.

¿Cómo permanecer hidratados en esta época del año?

Un 80% de la hidratación debe provenir de la ingesta de agua, pudiendo tomar también infusiones frías o aguas saborizadas, pero el 20% restante se debe obtener a través del consumo de alimentos con un alto contenido hídrico. Para ello, conviene incorporar estos alimentos en la dieta diaria e incluirlos en diferentes recetas para facilitar y hacer más agradable su ingesta.

"Las frutas son los alimentos por excelencia para ayudar a prevenir la deshidratación. El melón o la sandía, compuestos en casi un 95% por agua, o la manzana, que roza el 84%, pueden suplir la pérdida de líquidos corporales. Prepararlos en una macedonia, o en forma de zumo por ejemplo, los convierte en un plato perfecto para el verano" explica Galán. "Los vegetales de hojas verdes, como la lechuga o las espinacas también son grandes aliados en este sentido, con porcentajes de agua similares a los de las frutas mencionadas. El apio es otro vegetal con un alto contenido hídrico, que se puede consumir en ensaladas o cremas frías como el gazpacho".

También son muy aconsejables cereales como el arroz, que al cocinarse acumula hasta un 70% de agua, las sopas o los yogures, que facilitan la absorción de agua por parte del intestino. Es importante recordar que debemos evitar realizar ejercicio físico en las horas centrales del día, ya que podemos favorecer la deshidratación y, además, es fundamental aumentar nuestra ingesta de líquidos cuando realizamos deporte.

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