Uno de los síntomas más tangibles de la COVID-19 está siendo la pérdida de olfato, denominada también hiposmia (pérdida parcial) o anosmia (pérdida completa). En plena segunda ola de la pandemia provocada por el SARS-CoV-2, las consultas de otorrinolaringología (ORL) están registrando un creciente número de casos que refieren y detallan este síntoma, que no solo afecta al olfato, sino también al gusto, y que por tanto deteriora notablemente la calidad de vida. Hasta un 60% de anosmias e hiposmias podrían estar provocadas por el coronavirus, si bien, es posible una recuperación que, incluso, incluya una rehabilitación para mejorar el olfato.
"Es verdad que el olfato no es de los sentidos más importantes, pero si lo pierdes, tu calidad de vida se ve muy perjudicada", sostiene Francisco Márquez, jefe de servicio de Otorrinolaringología del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja. En efecto, la capacidad para oler puede verse afectada por alteraciones en la nariz, en los nervios que van de la nariz al cerebro o en el propio cerebro.
En los últimos meses, la irrupción del SARS-CoV-2 ha puesto sobre la mesa la importancia de las alteraciones del olfato. Hasta ahora, un 4% de las consultas de ORL podían estar relacionadas con este síntoma, que solía esconder catarros y otras patologías menores. Sin embargo, ahora hasta un 60% de las consultas por anosmia e hiposmia están provocadas por el coronavirus. "Inicialmente, los primeros estudios que se hicieron en China nos indicaron que un 8% de pacientes infectados mostraba pérdida de olfato. Transcurridos estos meses, y con estudios realizados con más pacientes, este porcentaje de afectación se eleva hasta el 80%. La buena noticia es que la mayoría de los pacientes, superada la infección y transcurridos unos dos meses, recuperan la función olfativa por completo".
Con todo, hay algunos pacientes que pueden tener secuelas en el olfato y el sabor. Es aquí donde aparece la rehabilitación olfativa, que incluso podría llegar a mejorar la función que se tenía antes de la infección: "Podemos ayudar con el reentrenamiento del olfato, fortaleciendo las células sensoriales existentes, incrementando su número o, al menos, aumentando las conexiones entre ellas", explica el doctor Márquez. "Está demostrado que oler sustancias específicas puede mejorar el olfato".
Partiendo de esta evidencia, el mencionado centro clínico está utilizando un test del olfato que permite determinar el mejor tratamiento posible para rehabilitar y mejorar la función: "Elegimos sustancias de cuatro grupos: olores frutales (por ejemplo, el limón), olores florales (la rosa), olores especiados (el clavo) y olores resinosos (el eucalipto). Con ellos, el paciente logra estimular su olfato y también otras áreas del cerebro, con recuerdos sobre la forma, el sabor o el color de la sustancia que genera el olor".
Para una rehabilitación óptima, no importa tanto el tipo de infección que ha provocado la pérdida de la función sino el número de células restantes una vez superado el proceso. "El test del olfato lo realizamos en el momento del diagnóstico, con doce sustancias distintas, que deben ser identificadas por el paciente de una forma guiada, es decir, dándole cuatro soluciones para elegir una de ellas. Evidentemente, no todos olemos igual ni con la misma intensidad y esto depende de muchos factores, como el género, la edad y los hábitos de vida". Este estudio permite conocer el alcance de la pérdida del olfato, establecer el tratamiento más adecuado para su recuperación y/o rehabilitación y el tiempo necesario para llevar a cabo el proceso entero.
Más allá de la COVID-19 y de otras infecciones virales, el olfato también se puede perder por traumatismos craneales, exposición a sustancias tóxicas, alteraciones metabólicas, neurológicas e idiopáticas: "Si la anosmia se produce por una deformidad del tabique nasal, una hipertrofia de los cornetes nasales, un tumor o unos pólipos en la nariz, es posible recurrir a la cirugía para, también, recuperar la función por completo".