La diabetes, las enfermedades inflamatorias primarias del riñón y las infecciones renales o urinarias frecuentes pueden traer como consecuencia el desarrollo de una insuficiencia renal; es decir, el deterioro de los riñones sin posibilidad de curación.
La insuficiencia renal es consecuencia, sobre todo, de la diabetes, la hipertensión arterial, la glomerulonefritis o las enfermedades inflamatorias primarias de los riñones, que padecen más las personas de 14 a 20 años, pero que se presentan desde el nacimiento hasta la tercera edad. Otras causas son las infecciones renales debidas a problemas obstructivos por cálculos, alteraciones de la próstata, vejiga caída, enfermedades secundarias, como el lupus, que es más frecuente en mujeres, y padecimientos congénitos y hereditarios como los riñones poliquísticos.
Las infecciones urinarias o renales sin tratamiento o con una atención inadecuada también pueden tener como consecuencia la insuficiencia renal, y este problema se presenta cuando no se le da importancia a la infección, se desconoce la causa, no se combate, queda latente y sigue deteriorando la función renal.
La enfermedad renal crónica terminal no tiene curación, sin embargo, se cuenta con tres procedimientos terapéuticos que suplen la función del riñón: la diálisis peritoneal, la hemodiálisis y el trasplante, y en cualquiera de los tres, el paciente siempre depende de los medicamentos y de una vigilancia médica continuada.