La obesidad es un potente factor de riesgo de enfermedad renal. Incrementa el riesgo de desarrollar diabetes, hipertensión y cálculos en el riñón, tres de las principales responsables de la enfermedad renal crónica (ERC), y tiene un impacto directo sobre la evolución de esta patología y en las etapas finales de la enfermedad renal. Actualmente se estima que unos 600 millones de personas (220 millones son niños) son obesasi. Sólo por ello, estas personas tienen un 83 por ciento más de riesgo de desarrollar una ERC, una enfermedad que hoy afecta al 10 por ciento de la población general.
Sin embargo, la obesidad, al igual que la ERC, es prevenible en gran medida. De hecho, los estilos de vida saludables y la implementación de políticas sanitarias que hagan de la prevención una opción asequible son dos de los ejes por los que este año aboga el Día Mundial del Riñón, en cuya celebración colabora Baxter. El gran objetivo de esta edición pasa por educar y concienciar sobre los perjuicios de una asociación que presenta serias implicaciones para la salud de las personas. "La hipertensión arterial, acompañante común de la obesidad, es reconocida por acelerar la progresión de enfermedad renal y los sujetos que presentan además microalbuminuria e insulino resistencia pueden desarrollar más fácilmente enfermedad renal y vascular significativa", señala la doctora Guillermina Barril, jefa de la Sección de Nefrología en el Hospital Universitario de la Princesa, de Madrid.
Más allá, la unión entre la obesidad y la enfermedad renal es un reto de futuro para los sistemas sanitarios. A nivel mundial, 2,6 millones de pacientes con enfermedad renal en fase terminal recibieron diálisis en 2010, pero se estima que para el año 2030 la cifra será de 5,4 millones, casi el doble2. Para ese año, además, se calcula que la obesidad pueda encontrarse en 6 de cada 10 mujeres y 7 de cada 10 hombresiv.
Oportunidades para mejorar la dieta
Una alimentación correcta, y por tanto equilibrada, es importante para la salud de todas las personas, pero adquiere especial relevancia en personas con insuficiencia renal crónica avanzada que reciben tratamiento de diálisis. En este sentido, los expertos recuerdan que la flexibilidad e independencia que brindan las opciones de diálisis peritoneal (aquella modalidad de tratamiento que permite a los pacientes con enfermedad renal crónica tratarse en casa), y que les permiten ajustarse al esquema de tratamiento de acuerdo con su trabajo, escuela o planes de viaje, también favorece la consecución de unos hábitos alimenticios saludables para los enfermos renales.
Si uno de los mensajes generales de los nutricionistas frente al sobrepeso y la obesidad pasa por preferir la comida casera antes que los platos precocinados, esta recomendación gana peso para unos enfermos en los que una dieta inadecuada puede llegar a causar desnutrición, depresión, cansancio y afectar la calidad de vida. Como recuerda Guillermina Barril, "no cabe duda de que en los tratamientos domiciliarios se puede tener una dieta más libre ya que la dosis de diálisis es más continua; lo más importante es tener una información adecuada para llevar una alimentación acorde a la ERC pero adaptada a sus gustos y esquemas de diálisis".
La dieta, una parte del tratamiento
La insuficiencia renal crónica precisa de un tratamiento específico tutelado por el nefrólogo e incluye un tratamiento dietético específico. La alimentación adquiere un papel básico en la calidad de vida del enfermo renal, que desde el momento del diagnóstico debe saber que debe cambiar su forma de alimentarse. Su dieta será diferente en función de la fase de la enfermedad y del tratamiento renal sustitutivo al que acceda (diálisis o trasplante renal): puede ser necesario limitar los líquidos, consumir una dieta con aporte ajustado en proteínas, reducir el consumo de sal, potasio, fósforo y otros electrólitos, y obtener suficientes calorías en cualquier caso; y pueden ajustarse los planes alimentarios a la modalidad de diálisis escogida.
Los expertos recuerdan que los pacientes renales deben realizar bien esta parte importante del tratamiento como es la dieta. Junto a la actividad física, el abandono del tabaco, la toma de la medicación tal y como le es indicada por el nefrólogo y el cumplimiento de horas de diálisis establecido, tienen por objetivo prolongar la calidad de vida y supervivencia del enfermo renal. Para conseguirlo es importante establecer buenos programas de información-educación. "Los cambios cuestan —reconoce la Dra. Barril— pero, si se sabe el porqué hay que cambiar, cuesta menos".
En esa misma línea, para Helena Hernández, directora de la Unidad de Renal de Baxter España, el mensaje por el que apuesta el Día Mundial del Riñón en 2017 "supone una gran oportunidad para concienciar sobre la necesidad de seguir una alimentación correcta y equilibrada. Una buena educación nutricional no solo fomentará la adquisición de unos hábitos de alimentación saludables sino que ayudará a mejorar la calidad de vida de los pacientes renales en cualquier modalidad de tratamiento", asegura.