El 13 de junio se conmemora en todo el mundo el Día Mundial del Cáncer de Piel.
Por lo general los tumores de piel se presentan con mayor frecuencia en la cabeza, la cara, el cuello, las manos y los brazos, que son zonas comúnmente más expuestas al sol.
Uno de los motivos de consulta más frecuentes en la consulta del oftalmólogo son las lesiones palpebrales, afirma la Dra. Sonia Janneth Hincapié, especialista en Oftalmología y subespecialista en cirugía oculoplástica del Hospital Quirónsalud San José.
Los tumores palpebrales son aquellas lesiones benignas o malignas localizadas en la piel que recubre el párpado tanto inferior como superior. Los tumores palpebrales malignos constituyen entre el 80-90% de los cánceres de la región periorbitaria.
Factores de riesgo
Presentan un mayor riesgo de sufrir un tumor palpebral las personas mayores de 50-60 años, de piel clara y ojos claros, así como aquéllas que hayan estado sometidas a exposición prolongada al sol (radiación ultravioleta) o a radiaciones ionizantes, personas que presenten predisposición genética y pacientes inmunodeprimidos.
Clasificación y tumores más frecuentes
Los tumores del párpado pueden clasificarse como benignos, premalignos y malignos, dependiendo de sus características histológicas.
Cerca del 90% de las lesiones que aparecen en los párpados son benignas, siendo los tumores benignos más frecuentes las verrugas y quistes derivados de anejos oculares como glándulas sebáceas, sudoríparas, foliculos pilosos, hemangiomas más comunes en la infancia y nevus, entre otros. En general no representan ningún peligro.
El tumor maligno más frecuente de los párpados es el carcinoma basocelular, que constituye el 90% de los tumores del párpado, siendo el carcinoma escamocelular la segunda neoplasia palpebral más frecuente, responsable de alrededor de un 5% de los tumores del párpado; finalmente el carcinoma de células sebáceas con una incidencia inferior al 5% y el melanoma, el menos común de todos, con una frecuencia menor al 1%.
En cuanto a su localización, entre el 50-66% están localizados en el párpado inferior, 25-30% en el canto interno (zona del lagrimal) -siendo éstos los que tienen mayor probabilidad de invadir al globo ocular-, 15% en el párpado superior y 5% en el canto externo.
Detección precoz
El objetivo en los tumores malignos del párpado está en detectar precozmente las lesiones que pueden tener potencial de malignidad y que puedan afectar al párpado y al ojo, e incluso comprometer la visión. El diagnóstico precoz en el cáncer tiene siempre múltiples beneficios ya conocidos, pero en el párpado cobra especial importancia por su proximidad al globo ocular, de forma que una lesión palpebral en un estadío avanzado puede comprometer, además del párpado, el ojo y su función visual.
La sospecha de malignidad en una lesión palpebral depende en gran medida de la experiencia del oftalmólogo y su familiarización con éste tipo de lesiones. El párpado tiene una anatomía compleja y por su relación íntima y fundamental para el ojo, se hace necesario que éstas patologías sean diagnosticadas y tratadas por un oftalmólogo especializado en cirugía oculoplástica/cirugía palpebral, puesto que cualquier cirugía reconstructiva debe estar dirigida siempre tanto a mantener la funcionabilidad como la estética palpebral.
Síntomas y tratamiento
Los tumores benignos suelen presentarse como lesiones quísticas o de aspecto verrugoso, no suelen ser dolorosas y tampoco están ulceradas, son en general asintómaticas y el principal motivo de consulta suele ser estético o sensación de cuerpo extraño. En estos casos la extirpación se realiza mediante resección simple, sin dejar cicatriz visible en la mayoría de los casos.
Los tumores malignos se presentan como nódulos, en ocasiones con úlcera central que no termina de curar y algunas veces acompañados de pérdida de pestañas; los melanomas suelen presentarse como placas de contorno irregular y pigmentación variable.
En estos casos el tratamiento es siempre la extirpación con márgenes amplios – con el fin de asegurarse de que el tumor haya sido eliminado completamente-, conservándose la mayor parte de tejido sano para la reconstrucción palpebral; esto se hace intraoperatoriamente, mediante técnicas como la sección congelada y el estudio de los márgenes de la lesión, o mediante cirugía micrográfica de Mohs que maximiza las posibilidades de resección completa del tumor.
Algunos tumores malignos como el carcinoma basocelular no originan lesiones a distancia ni metástasis, pero hay otros en los que se hacen necesarias resecciones más grandes, acompañadas de tratamiento sistémico por su capacidad de diseminación.