Se debe hacer tratamiento antibiótico para lo que es fundamental realizar un antibiograma para elegir el antibiótico más eficaz entre aquellos a los que es sensible. Dicho tratamiento es diferente según se trate de una primera infección o de una recurrencia.
Las cistitis recurren con facilidad ya que los microorganismos se acantonan en los pliegues de la mucosa de la vejiga urinaria, siendo difíciles de erradicar. Las mujeres son más sensibles a estas infecciones por tener la uretra más corta que los hombres y, a su vez, se pueden confundir con vaginitis, por lo que se deben descartar las infecciones y contaminaciones vaginales cuando no se aíslan las bacterias típicas de la cistitis. En estos casos el tratamiento será diferente y estará orientado a la enfermedad causal. En ocasiones puede tratarse de uretritis causada por enfermedades de transmisión sexual, que deben ser diagnosticadas y tratadas precozmente.
La resistencia a los antibióticos es diferente según los países y se debe tener en cuenta antes de prescribir un tratamiento. En la actualidad, en nuestro medio, se está manejando el tratamiento con quinolonas.
Es necesario tratar los síntomas, ya que son muy desagradables. Se administrarán analgésicos para el dolor y se aconsejará al paciente que se ponga calor seco sobre el abdomen. Una medida fundamental es que el enfermo bebe mucha agua, ya que el antibiótico se elimina por la orina y, así, esteriliza las vías urinarias.
Cistitis intersticial
No todas las cistitis son infecciosas y es por ello que hay personas que presentan síntomas de cistitis, aunque sus análisis de orina no indican la presencia de bacterias. Tienen molestias al orinar, sensación de urgencia para hacerlo y orinan muchas veces, pero no hay infección; su orina es estéril. Se trata de la llamada "cistitis intersticial", que se caracteriza por una inflamación crónica de la pared de la vejiga. Su causa no está aclarada y su tratamiento es sintomático ya que no responde al tratamiento antibiótico.