Muchos de los niños que padecen una severa erupción cutánea desarrollan asma meses o años más tarde. Se llama "marcha atópica" a esta progresión desde el eczema al asma.
Se ha demostrado que una sustancia secretada por la piel dañada circula por el cuerpo y provoca síntomas asmáticos en ratones de laboratorio expuestos a alérgenos.
Los hallazgos sugieren que el tratamiento precoz de la erupción de la piel y la inhibición de la sustancia desencadenante podrían bloquear el desarrollo de asma en los pacientes jóvenes con eczema.
Se considera que entre el 50% y el 70% de los niños con dermatitis atópica severa van a desarrollar asma, en comparación con una tasa de incidencia de asma entre la población general de sólo el 9% en niños y del 7% en adultos.
El problema empieza con la piel dañada o defectuosa, donde las células pueden secretar TSLP (linfopoyetina estromal tímica), un compuesto capaz de obtener una poderosa respuesta inmune; como la piel es muy eficaz secretando TSLP, la sustancia llega a todo el cuerpo a través de la sangre y, cuando alcanza los pulmones, provoca la hipersensibilidad característica del asma. Los pulmones reaccionan enérgicamente y la respiración se hace trabajosa y el tejido pulmonar adquiere las características del asma: secreción mucosa, contracción de los músculos de las vías respiratorias, invasión de glóbulos blancos y conversión de las células pulmonares de un tipo a otro.