Según la encuesta "Euskadi y Drogas", elaborada por el departamento de Salud en 2012, más de 1.188.00 personas, un 72,1% de la población vasca se declara bebedor o bebedora social. Estas magnitudes, unidas al hecho de que entre 2007 y 2013, el consumo de alcohol entre las mujeres (Encuesta de Salud del departamento de Salud) se ha incrementado en todas las franjas de edad (excepto en la de 15 a 24 años), da una idea de la relevancia que el consumo de alcohol tiene en la población vasca.
Con motivo de la celebración, el 29 de mayo, del Día Mundial de la Salud Digestiva (DMSD), una iniciativa promovida por la Organización Mundial de Gastroenterología, el doctor Víctor Orive, especialista en Aparato Digestivo de IMQ, advierte acerca de las consecuencias que tienen para la salud dos costumbres de consumo elevado de alcohol presentes en la sociedad vasca: el ‘botellón' y el txikiteo.
Tal y como explica el experto, "27.125 personas en Euskadi presentan un consumo de alcohol ‘de riesgo', a los que hay que sumar otras 23.560 que realizan un consumo perjudicial y otras 7.029 personas, que tienen dependencia alcohólica". Según la OMS, el alcohol es responsable de 3,3 millones de muertes al año, pudiendo producir más de 200 enfermedades y pérdidas sociales y económicas inmensas.
Txkiteo
El txikiteo, es decir, el consumo de vino en cuadrilla, yendo de un bar a otro, es una costumbre muy arraigada en el País Vasco. "Tiene una parte eminentemente social, consistente en la reunión de un grupo de amigos, pero la ingesta de alcohol es considerable en ocasiones, sin que los individuos ni sus allegados, tengan clara conciencia de la misma, ya que el incremento de la tolerancia hace que en muchas ocasiones no se aprecien síntomas de embriaguez". El consumo de alcohol en estas condiciones, "se caracteriza por su continuidad, es decir, es prácticamente diario".
El consumo crónico de alcohol afecta fundamentalmente al hígado y al sistema nervioso. "El alcohol es la causa más frecuente de enfermedades hepáticas en el mundo occidental, bien en su forma de esteatosis hepática (acúmulo de grasa), hepatitis alcohólica o cirrosis hepática", agrega el doctor Víctor Orive.
Se calcula que el consumo en hombres de más de 60 g diarios de alcohol, durante más de 15-20 años, "puede producir hepatopatía severa. Esto equivale a 750 cm3 de vino". En mujeres, la cantidad lesiva es menor, "de unos 40 g de alcohol/día (medio litro de vino), probablemente por la distinta distribución de la grasa corporal". Hay autores que incluso disminuyen esta cantidad a 40 y 20 g respectivamente.
En el sistema nervioso, el consumo continuado de alcohol puede producir "pérdida de memoria y demencia, y disminución de los niveles de vitamina B1, pudiendo llegar al síndrome de la encefalopatía de Wernicke y el síndrome de Korsakoff, con confusión, pérdida de coordinación muscular, pérdida grave de memoria, fabulación, etc.".
Según explica el especialista de IMQ, "también es preciso tener en cuenta, que el alcohol posee una cantidad importante de calorías. El consumo de un litro de vino supone un suplemento de 570 calorías, sin valor nutritivo, que puede incrementar la grasa visceral, produciendo la conocida popularmente como ‘barriga de txikitero'".
Botellón
La otra forma de consumo social de alcohol es el "botellón", que se suele dar en jóvenes de entre 13 y 26 años. Las características de este tipo de consumo son diferentes: "por una parte no es diario, sino esporádico, fundamentalmente durante el fin de semana; y por otra parte, con frecuencia el consumo es masivo".
Según relata el también especialista del Centro Vasco de Aparato Digestivo (CEVADI), el consumo agudo, es decir la ingesta de cantidades importantes de alcohol en breve periodo de tiempo, "produce la embriaguez, con sus fases bien conocidas de euforia, intoxicación, confusión, para llegar a una última fase de anestesia, estupor o coma, que puede finalizar con la muerte por parada respiratoria o por aspiración de los vómitos a las vías respiratorias".
La cantidad de alcohol precisa para producir estas fases "depende de múltiples factores: ritmo de la ingesta, peso del individuo, tolerancia, y la ingesta en ayunas o no, ya que la presencia de alimentos en el estómago retrasa la absorción del alcohol".
Tras la embriaguez, viene la fase conocida como "resaca", "con malestar, dolor de estómago, náuseas, dolor de cabeza, etcétera. Las causas de la misma son múltiples, como la acción irritativa del alcohol en el aparato digestivo, que produce inflamación del esófago y estómago (esofagitis y gastritis), deshidratación ya que el alcohol inhibe la hormona antidiurética. También es preciso tener en cuenta la calidad del alcohol, que si es mala, puede llevar cantidades pequeñas de metanol y otras sustancias tóxicas", apunta el especialista de IMQ.
No obstante, "también existe el riesgo, a causa de la ingesta abusiva de alcohol, de afectar al cerebro, con daños permanentes y pérdidas de memoria, ya que el cerebro está en desarrollo hasta los 25 años, aproximadamente. A esto, se suman las alteraciones del comportamiento producidas por el consumo agudo de alcohol, que provoca conductas impulsivas y de riesgo (peleas, accidentes de tráfico etc.), agravadas en ocasiones por el consumo simultáneo de otras drogas", concluye el doctor Orive.