Un niño con cáncer puede ser una vivencia familiar aterradora, pero existen estrategias para controlar el miedo y la angustia que favorecen la dinámica familiar y ayudan a los niños enfermos.
Cuando un niño enferma de cáncer es necesario, si tiene edad para ello, explicarle la enfermedad en palabras sencillas que pueda comprender. La enfermedad hará que se encuentre mal y las pruebas y los tratamientos pueden ser desagradables y el niño puede necesitar comprender la causa de ese malestar. Cuando el niño es muy pequeño solo necesita la presencia solícita de sus padres para sentirse mejor, pero cuando llega a la edad de 5 años puede expresar deseos de saber lo que le pasa. A partir de los 7 años de edad, el niño está más capacitado para comprender más detalles de su enfermedad y se deberá hablar de manera abierta para que exprese sus dudas y miedos.
En los más pequeños, una explicación simple del cáncer, como puede ser que tiene células malas que luchan con las buenas, puede ser suficiente para alejar el miedo a lo desconocido. Por otra parte, si el niño está informado de manera adaptada a su edad, puede colaborar en las pruebas y en el tratamiento. Cuando el niño es mayor puede expresar su deseo de saber más sobre el cáncer y es muy importante responder a sus preguntas y obtener su colaboración.
El entorno
Los hermanos del niño enfermo deben estar también informados de lo que está ocurriendo para que puedan asumir con normalidad la situación. La información debe adaptarse a la edad del niño y se deben responder las preguntas que vayan surgiendo.
El médico es una pieza fundamental en la información al niño enfermo. Todos los oncólogos pediátricos están entrenados para responder a los pequeños todas las preguntas que puedan surgir. Pero esto se debe llevar a cabo en un entorno familiar en el que el niño no sea engañado o, lo que es peor, sometido a un clima de silencio. Informar, pues, transmite confianza y actitudes positivas al pequeño.
Cuando el enfermo es un adolescente la enfermedad se vive como un obstáculo. El joven ve sus proyectos frustrados y experimenta una gran rabia interna que debe verbalizar. La enfermedad no solo trunca esta fase tan importante de su crecimiento como persona sino que le aleja de su ambiente de amigos e iguales, tan importante durante la adolescencia. Por ello, es fundamental favorecer el contacto de estos jóvenes enfermos con sus amigos y evitar la marginación y el estigma social de la enfermedad. Muchas personas se alejan del enfermo por desconocimiento o por miedo en espera de que se resuelva la enfermedad, pero es necesario insertar a estos enfermos de nuevo en la sociedad y tratarlos con naturalidad y cercanía para colaborar en su lucha contra el cáncer.
Por otra parte, es importante colaborar con el niño para minimizar su temor a las pruebas médicas y al tratamiento. Una explicación sencilla de la mecánica de la prueba o del tratamiento, que incluya un explicación de cómo se puede sentir, puede ayudar al niño a gestionar y expresar su miedo de manera que sea aceptable.
La permanencia en un hospital ingresado puede ser una experiencia muy estresante para un niño. Manejar los tiempos y establecer una rutina (despertar, higiene, comidas, actividades educativas, actividades de entretenimiento, visitas, descanso y sueño y ratos de intimidad para los adolescentes) ayudará a sobrellevar esta etapa.