Del mismo modo que lo están la salud y la enfermedad en general, la salud mental y las enfermedades mentales están determinadas por muchos factores de interacción de tipo social, psicológico y biológico. La prueba más clara de esto es que el riesgo de padecer enfermedades mentales, tanto en el mundo desarrollado como en vías de desarrollo, guarda relación con indicadores de pobreza, como unos niveles de educación bajos y también malas condiciones de vivienda y bajos ingresos. La asociación de pobreza y trastornos mentales parece ser universal, pues se da en todas las sociedades, independientemente de sus niveles de desarrollo.
Factores como la inseguridad y la desesperanza, los rápidos cambios sociales y los riesgos de violencia y los problemas de salud física pueden explicar la mayor vulnerabilidad de las personas a padecer enfermedades mentales.
La situación económica tiene importantes implicaciones para el funcionamiento familiar y la salud mental del niño. Los problemas de salud mental, sociales y de conducta pueden interactuar intensificando los efectos que cada uno tiene sobre la conducta y el bienestar.
La salud mental de cada persona puede verse afectada por factores y experiencias individuales, por la interacción social, por las estructuras y los recursos existentes en la sociedad y por los valores culturales. Está influida por experiencias de la vida diaria, experiencias en la familia y en la escuela, en las calles y en el trabajo.
Signos y síntomas de los trastornos mentales
Un trastorno o enfermedad mental se caracteriza por una perturbación de la actividad intelectual, del estado de ánimo o del comportamiento que no se ajusta a las creencias y las normas culturales imperantes en la sociedad concreta en la que cada uno vive. En la mayoría de los casos, los síntomas van acompañados de angustia y también hay una clara interferencia con las funciones ordinarias de la persona.
Los trastornos mentales dan lugar a síntomas que son perceptibles tanto por parte de la persona afectada como por parte de las personas de su entorno.
Entre ellos pueden figurar:
- Síntomas físicos (dolores, trastornos del sueño).
- Síntomas afectivos (tristeza, miedo, ansiedad).
- Síntomas cognitivos (dificultad para pensar con claridad, creencias anormales, alteraciones de la memoria).
- Síntomas del comportamiento (conducta agresiva, incapacidad para realizar las tareas corrientes de la vida diaria, abuso de sustancias).
- Alteraciones perceptivas (percepción visual o auditiva de cosas que otras personas no ven u oyen).
Los signos tempranos específicos varían de un trastorno mental a otro. En cualquier caso, las personas que presentan uno o varios de los síntomas enumerados deben consultar a un profesional si esos síntomas persisten, provocan un sufrimiento importante o interfieren con las tareas cotidianas.
La depresión, el abuso de sustancias, la esquizofrenia, el retraso mental, el autismo en la infancia y la demencia son ejemplos de trastornos mentales. Pueden aparecer en varones y mujeres de cualquier edad y en cualquier raza o grupo étnico. Aunque no se conocen suficientemente las causas de muchos trastornos mentales, se cree que dependen de una combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales, como sucesos estresantes, problemas familiares, enfermedades cerebrales, trastornos hereditarios o genéticos y problemas médicos. En la mayoría de los casos, los trastornos mentales pueden diagnosticarse y tratarse eficazmente.