Los principales síntomas de la COVID-19 son tos, fiebre y cansancio. Pero también existen otros síntomas que fueron relatados por pacientes que han padecido esta enfermedad como pueden ser dolores y molestias, dolor de cabeza, diarrea, pérdida de gusto u olfato, congestión nasal, conjuntivitis, dolor de garganta, erupciones cutáneas o cambio de colores en los dedos de las manos o de los pies.
Si ha estado en contacto directo con una persona que tiene COVID-19, lo primero que debe hacer es tomar las precauciones necesarias para no contagiar a nadie porque hay un riesgo de que esté infectado. Conocer los síntomas es una práctica importante para saber si ha desarrollado la enfermedad. Si empieza a presentar síntomas de la COVID-19 es necesario permanecer en casa y realizar un autoaislamiento siempre vigilando los síntomas. En el caso de que los sintomas se agraven, busque atención médica.
Tanto los niños como los adolescentes tienen las mismas probabilidades de infectarse que los adultos de otras edades, pero estos grupos suelen tener una menor probabilidad de desarrollar una enfermedad grave. Sin embargo, esto no significa que no hayamos visto casos graves en ambos grupos etarios. Por esta razón, no solo los adultos, pero los niños y adolescentes deben tomar todas las medidas de precaución para no exponerse al virus o ser un vector de transmisión para los mayores.
Lo primero de todo es mantener las manos siempre limpias, lavándolas con agua y jabón o con gel hidroalcoholico porque tanto el jabón como el gel son capaces de eliminar el virus que pueda estar en sus manos. Además, debemos tomar otras precauciones como mantener una distancia mínima de seguridad de 1,5 metros con los demás, evitar tocarse los ojos, la nariz y la boca, evitar frecuentar locales con aglomeraciones, evitar contactos innecesarios, etc.
El tiempo entre la exposición y la aparición de los primeros síntomas suele ser 5 o 6 días, pero este tiempo puede variar entre un día y dos semanas.
Además de la edad avanzada que ya es un factor conocido por muchos, existen otros factores de riesgo que pueden agravar los síntomas de la COVID-19: cáncer, enfermedad renal crónica, EPOC, insuficiencia cardíaca, obesidad, embarazo, enfermedad de células falciformes, trasplantes de órganos sólidos, fumar y diabetes.
No hay evidencias de que la vacuna de la gripe proteja a un individuo frente a la COVID-19. Solo protege frente a gripe y podría en todo caso, evitar una posible coinfección con la COVID-19.
Los antibióticos son fármacos que solamente son eficaces cuando se trata de una infección bacteriana, no son eficaces contra los virus y sabemos que la COVID-19 es una enfermedad causada por el virus SARS-CoV-2, por eso, su uso no es indicado.
El aislamiento es una medida que sirve para evitar que una persona que sabemos que está infectada por COVID-19 no afecte a los demás, esta persona debe quedarse en casa, no ir al trabajo, a la escuela o a cualquier local público. La cuarentena es una medida tomada para pacientes que sospechamos que tiene la enfermedad por haber estado en contacto con personas infectadas, pero todavía no hay ninguna comprobación de ello, debido a la ausencia de síntomas. El objetivo principal de la cuarentena es prevenir que la enfermedad se propague cuando las personas empiecen a presentar los síntomas.
Los tests rápidos sirven para confirmar la infección en aquellas personas que tuvieron síntomas compatibles con la COVID-19 en el pasado y no se les realizó ningún tipo de test virológico. Estos tests no deben usarse hasta los 12 días de inicio de síntomas.
Aunque el riesgo sea pequeño, sobretodo en pacientes que han tenido síntomas o síntomas graves, el riesgo de reinfecciones existe. Desde marzo de 2020 se han descrito reinfecciones en pacientes, ocurre en casi todas las infecciones respiratorias (bacterianas, víricas y fúngicas) y esta no es una excepción.
Si se detecta la IgM, y solamente IgM sin la presencia de la inmunoglobulina G (IgG), es posible que la persona pueda contagiar, pero lo ideal sería comprobar este resultado con una prueba PCR.
La inmunoglobulina G es un marcador de infección pasada, por eso podemos decir que sí, cuando detectamos valores de IgG el paciente ya no contagia.
Cada país ha elaborado su propio calendario vacunal, para saber cuándo usted podrá ponerse la vacuna es importante consultar al calendario vacunal de su país o de la región donde vive.
Todo ello dependerá del ritmo de contagio, evolución de la infección, de los esfuerzos de vacunación, de la efectividad y eficacia de las vacunas que tenemos y de la coordinación internacional,