Enfermedades respiratorias y cardiacas, hipertensión y diabetes son consideradas factores de riesgo frente a la COVID-19 y todas ellas tienen un denominador común, se dan en personas con sobrepeso y obesidad.
Las personas con un sobrepeso de 12 kilos o más tienen sistemas inmunitarios debilitados que les hacen estar más expuestos a infecciones. Sufren apnea del sueño que provoca una disminución del oxígeno que llega a las células. Su volumen de grasa corporal hace que sea más difícil realizarles radiografías, ser intubados, ajustarles un respirador o simplemente movilizarlos en una cama o sillón, operaciones todas muy cotidianas en el manejo del coronavirus.
La Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) ha demostrado que los pacientes con COVID-19 y sobrepeso han tenido un pronóstico peor en comparación con los pacientes que no lo padecían. Los pacientes que padecen obesidad severa tienen más riesgo de hospitalización, cuidados intensivos, ventilación mecánica (intubación) e incluso de muerte. Y esta condición no solo afecta a personas mayores, sino también a personas más jóvenes.
Una adecuada alimentación resulta esencial para evitar el agravamiento y la muerte por el virus. Según estudios, las personas con sobrepeso tienen un 46% más de riesgo de contagiarse, un 113% de hospitalización, un 74% de ingreso en la unidad de cuidados itensivos (UCI) y el riesgo de mortalidad es un 48% superior. Por esta razón se considera la obesidad como un factor de riesgo.