Los tres tipos disponibles de intervención para el tratamiento de la depresión son: el tratamiento médico con fármacos antidepresivos, el psicológico y el social. La aceptación, la cordialidad, la sinceridad, la empatía, la tolerancia, la fiabilidad y la continuidad son características comunes que deben poseer todos estos profesionales.
Los objetivos del tratamiento son: reducir todos los signos y síntomas del trastorno depresivo, disminuyendo el riesgo de suicidio, restablecer el ámbito laboral y social, minimizar las recaídas y reducir, en definitiva, los costes sanitarios y la morbilidad.
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Tratamiento psicológico
En el proceso de curación, es necesario un abordaje psicoterapéutico de aquellos factores psicológicos presentes en el paciente y que se escapan a la acción de los fármacos.
Existen diversas técnicas psicoterapéuticas (psicoanalítica, interpersonal, conductual, cognitiva, breve y de los modelos integradores). Está comprobado que, con ellas, se incrementa la adherencia al tratamiento farmacológico, disminuyendo la dosis total de la medicación que se precisa, la duración de la misma y la prevención de las recaídas.
La efectividad entre los diferentes modelos es motivo de controversia, en parte debido a los diferentes métodos de diseño empleados en los estudios comparativos.
Tratamiento farmacológico
Según el cuadro clínico y la intensidad de los síntomas, parece razonable esperar un mínimo de dos semanas antes de introducir un tratamiento farmacológico. Por lo tanto, no tenga prisa en comenzar con un tratamiento que va a prolongarse durante meses.
La detección temprana y la instauración precoz del tratamiento disminuyen la gravedad, el tiempo de evolución del episodio depresivo, el riesgo de cronicidad y las complicaciones.
Si usted padece un trastorno depresivo leve o moderado, podrá ser tratado por su médico de familia, evaluando siempre la gravedad del cuadro y el riesgo de suicidio.
Existen, actualmente, distintos grupos farmacológicos de seguridad y eficacia contrastada que se clasifican según su mecanismo de acción y que van desde los clásicos antidepresivos tricíclicos (imipramina, etc.), hasta los más empleados hoy en día, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) (fluoxetina, paroxetina, etc.).
¿Cómo actúan?
Los antidepresivos aumentan el estado de ánimo y normalizan los síntomas depresivos, pero no modifican el estado de ánimo normal (no son euforizantes). Tienen una acción sedante-ansiolítica y de desinhibición psicomotriz. En general, se considera que no producen tolerancia ni dependencia en las personas.
La selección que hará el profesional de uno u otro fármaco dependerá de las condiciones individuales de cada paciente y de la respuesta que se obtenga.
Es importante que conozca que, en muchos casos, hasta las cuatro semanas no obtendrá una mejoría clara de sus síntomas. Primero, suele mejorar el insomnio, la inhibición psicomotriz y la atención. Lo último que se recupera es el estado de ánimo.
Debido a que pueden reproducirse los síntomas al retirar el fármaco, aunque usted se encuentre mejor no debe hacerlo por su cuenta. Este proceso de retirada puede durar entre tres y ocho semanas.
La recurrencia de un episodio depresivo suele aparecer a las 16-20 semanas después de la retirada.