Depresión - Qué es

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La depresión o melancolía se trata de una alteración del estado de ánimo, de severidad y duración variables, con frecuencia recurrente, y que suele acompañarse de una serie de síntomas mentales y físicos que atañen al pensamiento, a la motivación y al juicio. En el humor depresivo, aparece un sentimiento de tristeza que, en las formas patológicas, es persistente, irrazonable e incontrolable.

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La depresión es el trastorno psiquiátrico más frecuente. El 25% de la población padece, al menos una vez en la vida, una depresión. En España, se aceptan cifras de dos millones de sujetos depresivos.

La probabilidad de sufrir una depresión leve en las mujeres es dos veces mayor que en los hombres, pero la depresión grave y la depresión recurrente afectan a los hombres y a las mujeres por igual.

En los varones, la tasa de depresión aumenta con la edad. En las mujeres es más frecuente entre los 35 y los 45 años.

La incidencia de esta enfermedad es menor entre las personas casadas que entre las solteras.

Entre el 10%-20% de los pacientes que consultan al médico de familia tienen depresión y el 50% de los pacientes atendidos por el psiquiatra son depresivos.

Es importante, en primer lugar, reconocer que es una enfermedad. Aunque la mayoría de los casos son leves, alrededor de una de cada 20 personas presentará un episodio moderado o grave. La depresión grave afecta al 4% de la población. Además, uno de cada 50 pacientes con depresión requerirá tratamiento hospitalario y hasta el 15% de los pacientes acabará suicidándose.

Es preciso valorar el impacto personal y social que provoca la depresión, el aislamiento y la estigmatización social, el absentismo laboral con sus costes y las complicaciones derivadas (alcohol, drogas, suicidio…).

Los pacientes y sus familiares pagan un alto precio en tendencia a enfermar, al soportar la dureza de una tristeza y desesperanza que afecta a todos.

Se desconoce la causa precisa de esta enfermedad. Se sabe que en la predisposición a la depresión existen un importante componente genético y algunos condicionantes vitales estresantes. Ciertas enfermedades físicas juegan un papel en la precipitación y en el mantenimiento de la enfermedad, mediante mecanismos bioquímicos y fisiológicos. En la depresión, se combinan los siguientes elementos:

  • Genéticos: la existencia de una base genética está asociada, sobre todo, a los trastornos maníaco-depresivos (80%), y es menor del 10% la base genética en las depresiones neuróticas o distímicas.
  • Biológicos: en la depresión, hay un descenso en la cantidad y en la eficacia de las diferentes sustancias o transmisores cerebrales. Esta es la base del tratamiento con medicaciones antidepresivas.
  • Psicológicos: la depresión, según los psicoanalistas, sería la consecuencia de las pérdidas afectivas o frustraciones, en el contexto de las experiencias traumáticas infantiles, que van dejando al sujeto vulnerable a las rupturas y pérdidas.

En cualquier caso, la depresión presenta una causa de carácter multifactorial y el modelo biopsicosocial, que une las características biológicas del individuo a su situación social en su medio, constituye su mejor planteamiento.. Es probable que la herencia familiar proporcione una tendencia a la misma y que se manifieste al ser reforzada por respuestas maladaptativas aprendidas, así como frente a acontecimientos sociales estresantes.

Factores de riesgo

Pueden sintetizarse en tres grandes grupos: biológicos, sociodemográficos y psicosociales.

Biológicos

  • Genéticos: la historia familiar predice el origen endógeno.
  • Síndrome premenstrual: suelen coexistir trastornos afectivos en mujeres con antecedentes de síntomas depresivos premenstruales.

Sociodemográficos

  • Edad: se ha observado que los trastornos bipolares comienzan a edades más tempranas (década de los 20) que los no bipolares (30-45 años).
  • Sexo: los trastornos afectivos no bipolares predominan en mujeres (3:1). El suicidio consumado es más frecuente en los varones.
  • Estado civil: existe una mayor prevalencia de trastornos no bipolares en mujeres casadas.
  • Clase social: existe una relación inversa entre clase social y los trastornos no bipolares. Los bipolares son más prevalentes en las clases altas.
  • Religión: no parece ser un factor de riesgo específico; sin embargo, el índice de suicidios es más bajo entre judíos y católicos.
  • Trabajo: la relación trabajo-depresión es clara y se produce una mayor incidencia en los cargos más altos y en los puestos más bajos.

Psicosociales

  • Personalidad: son más susceptibles las personalidades dependientes, límites y obsesivas con rasgos neuróticos.
  • Soporte social: la escasa relación interpersonal, de pareja y la poca red social son factores de mal pronóstico.
  • Pérdidas de ascendientes: la pérdida de un padre en la infancia aumenta el riesgo de depresión.
  • Acontecimientos de la vida: se habla de acontecimientos vitales o de transiciones psicosociales que podrían precipitar el comienzo de una depresión.

En muchas ocasiones, el cuadro depresivo puede pasar desapercibido, ya que el motivo de consulta, entre el 50% y el 80% de los casos, se debe a una queja física y no a un cambio en el estado de ánimo.

La depresión puede manifestarse con una gran variedad de síntomas psicológicos (afectivos, cognitivos, conductuales y rítmicos) y somáticos.

Síntomas de la depresión

Afectividad

  • Tristeza.
  • Apatía.
  • Anhedonia (imposibilidad de experimentar placer).

Pensamiento

  • Contenido pobre y con carácter negativo.
  • Curso del pensamiento lento.
  • Ideas de culpa y ruina.
  • Pérdida de la autoestima.
  • Déficit de concentración y de memoria reciente.
  • Ideas de suicidio.

Conducta

  • Abandono personal.
  • Inhibición psicomotriz.
  • Hipotonía general.
  • Llanto habitual.

Ritmos biológicos

  • Inicio en primavera o en otoño.
  • Empeoramiento por la mañana y mejoría por la tarde.
  • Insomnio con desvelo en las primeras horas de la mañana.

Alteraciones somáticas

En la mayoría de las depresiones, no suelen aparecer los síntomas típicos, por lo que puede pasar inadvertida para todos aquellos profesionales que habitualmente conocen al paciente. Por eso, debemos estar atentos a una serie de claves que nos deben alertar:

  • Fatiga crónica: hasta un 45% de los pacientes que acuden al médico de familia con astenia son diagnosticados de depresión. En estos casos, tal cansancio no mejora con el descanso nocturno y se asocia con incapacidad para disfrutar de las cosas.
  • Quejas físicas: se debe sospechar una depresión ante síntomas físicos mal definidos, que no pueden explicarse por una enfermedad orgánica. Debemos valorar la asociación de síntomas depresivos y/o ansiosos, la refractariedad (resistencia) a los calmantes  ante el dolor, la mala evolución de una enfermedad somática, la buena respuesta al tratamiento antidepresivo o el empeoramiento del rendimiento en las tareas habituales.
  • Trastornos del sueño: el 4% de los pacientes depresivos acude a su médico refiriendo insomnio como único motivo de consulta.
  • Alteraciones en el estado cognitivo: es obligatorio descartar una depresión en aquellos pacientes con problemas iniciales de memoria y dificultad para la expresión verbal de las emociones, pero que denotan depresión en la comunicación no verbal (mirada triste, aspecto descuidado, tono de voz, ausencia de sonrisas, llanto…).
  • Problemas de relación: se debe pensar en un cuadro depresivo si existen barreras que le impiden al paciente una correcta comunicación (irritabilidad excesiva, agresividad irracional, demandas desproporcionadas) con una persona con la que habitualmente existía una buena relación.
  • Por otro lado, el riesgo de padecer una depresión es unas 25 veces más alto en las mujeres con problemas de pareja.
  • Hiperfrecuentación: los pacientes depresivos visitan tres veces más a los profesionales sanitarios que el resto.

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