Es importante que la familia aprenda a convivir con la enfermedad, ya que la insuficiencia cardiaca es una dolencia crónica de larga evolución y los cuidadores tienen un papel importante en el tratamiento: no sólo son el apoyo psicológico del enfermo, sino que también le ayudan a recordar la medicación, acudir al médico; incluso ayudan en las tareas que más penosas le resultan a éste.
Además del tratamiento profesional, cuando éste sea necesario (psiquiatras y psicólogos clínicos), la familia desempeña un papel nuclear dada su cercanía al paciente. Es necesario que entiendan su situación especial y le ayuden a acostumbrarse a las limitaciones físicas que pueda presentar. Con una adecuada rehabilitación cardiaca y la práctica de ejercicio físico, el enfermo podrá recuperar, al menos en parte (en algunos casos totalmente), la capacidad física que tenía previamente.
En los pacientes ancianos la edad supone un factor negativo importante para poder lograr una adecuada adaptación a las limitaciones impuestas por la insuficiencia cardiaca. En estos pacientes, la capacidad de esfuerzo, previa a la enfermedad, suele estar más limitada (artrosis, pérdida de masa muscular, etc.), por lo que la insuficiencia cardiaca puede motivar que el paciente deje de salir a la calle o de realizar su actividad diaria habitual. Esto es especialmente frecuente tras una hospitalización, ya que el paciente ha permanecido inmovilizado durante un periodo de tiempo en ocasiones prolongado (a veces durante meses), por lo que pierde gran parte de la movilidad e incluso la capacidad de realizar las actividades básicas de la vida diaria (asearse, comer solo, vestirse, etc.). La familia o el cuidador principal deben esforzarse en procurar una recuperación física lenta pero progresiva hasta una recuperación física completa, lo que se produce sólo en ocasiones.
El cuidador principal puede experimentar una sobrecarga de trabajo importante debido a sus nuevas responsabilidades. La educación es fundamental, tanto del paciente como de la familia, para que conozcan cómo es la enfermedad, qué limitaciones produce, cuál es el tratamiento más eficaz, cómo puede colaborar el paciente en su propio cuidado, etc.
Se pueden determinar una serie de señales que preceden a un ataque cardiaco o cerebral, y conocerlas mejora la capacidad de acudir a Urgencias y realizar un diagnóstico precoz.
Señales de aviso de un ataque al corazón
Algunos ataques al corazón son repentinos e intensos, pero la mayoría comienzan lentamente, con dolor o malestar ligero y uno o más de estos síntomas:
- Dolor en el pecho.
- Malestar en otras áreas de la parte superior del cuerpo.
- Dificultad para respirar con o sin malestar en el pecho.
- Otras señales incluyen comenzar a sentir un sudor frío, náusea o mareo.
Señales de aviso de un ataque al cerebro
Aprenda a reconocer un ataque al cerebro. El tiempo perdido es cerebro perdido.
- Falta de sensación o debilidad repentinas en la cara, el brazo o la pierna, especialmente en un lado del cuerpo.
- Confusión repentina, problemas súbitos para hablar o entender.
- Problemas súbitos para ver con uno o los dos ojos.
- Problemas para caminar, mareo, pérdida de equilibrio o de coordinación repentinos.
- Dolor de cabeza fuerte y repentino sin causa conocida.