Este verano han tenido lugar muchos casos de personas ahogadas en el mar, las piscina y otras zonas de recreo acuáticas. Ahogamientos que son perfectamente evitables con unas normas más básicas de prudencia y prevención. También en las casas particulares se producen este tipo de accidentes.
Ahogamiento es el proceso de sufrir dificultades respiratorias por inmersión en un líquido, generalmente agua. Las consecuencias son variables, con resultados de muerte, lesiones permanentes en el organismo o recuperación total del evento. No solo se producen ahogamientos en el mar y en la piscina sino también en el entorno del hogar y en lugares como la bañera, la pila de la ropa o las pequeñas piscinas de bebé. Los niños son el colectivo más vulnerable en cuestión de ahogamientos, ya que los infantes no son conscientes del peligro que implica el baño. Los padres son responsables de vigilar a sus hijos en todo momento, incluso en lugares con bañista o con escaso peligro aparente.
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El primer factor que condiciona el riesgo de sufrir un ahogamiento es la edad. Los niños menores de 3 años son el colectivo más castigado por este tipo de accidentes debidos a la falta de supervisión de los padres. Los varones son otro colectivo más susceptible de sufrir ahogamientos, ya que en ellos las conductas de riesgo son más propias habituales, pues perciben menos el peligro y tienen mayor sensación de poder controlarlo.
El acceso al agua es otro factor de riesgo importante. Acequias, estanques, canales de irrigación y piscinas implican riesgo, así como dedicarse a la pesca de forma profesional o deportiva.
El punto clave de la prevención es concienciar a la sociedad de la existencia del riesgo. La instalación de vallas en el perímetro de piscinas y de otras zonas de riesgo como pozos de agua, acequias, canales o pozas es una medida muy importante. En el hogar es fundamental vaciar la bañera o la pila después de usarlas y no dejar barreños con agua al alcance de los niños. La seguridad de las piscinas y otras zonas de baño recreativo deben estar sometidas a una regulación y vigilancia gubernamentales. La legislación es también una parte importante dentro de las estrategias de prevención.
Tomar precauciones
La intervención inmediata con técnicas de reanimación en el caso de ahogamiento es de capital importancia para reducir la mortalidad y las lesiones permanentes por estos accidentes. La existencia de socorristas en las zonas de baño públicas y la capacitación de la población para dispensar primeros auxilios al ahogado son medidas que pueden minimizar las consecuencias más graves de estos accidentes.
Existen algunas medidas básicas de prevención de ahogamientos que es necesario recordar:
• Nunca deje a un niño solo cerca de agua ni por un instante. No importa la cantidad de agua de que se trate.
• No confíe a un niño pequeño a la vigilancia de los hermanos mayores.
• No deje al niño pequeño solo en la bañera o en el barreño por poca agua que contengan.
• No deje al niño solo en la piscina aunque lleve flotadores o manguitos inflables.
• No deje de mirar al niño cuando esté en el agua.
• Enseñe a los niños a respetar las reglas de la piscina. No les permita correr y empujar en el borde ni saltar sobre otras personas cerca o dentro del agua.
Respecto a los niños:
• No se interne en zonas donde no hace pie si no sabe nadar muy bien.
• Respete la señalización de banderas en las playas y no se bañe con bandera roja.
• No nade en aguas desconocidas.
• Nunca nade solo.
• No nade después de ingerir alcohol.
Rescate
No todas las personas están capacitadas para llevar a cabo el rescate de un ahogado
Respecto a los adultos:
En caso de ahogamiento, es importante recordar que no todas las personas están capacitadas para llevarlo a cabo. No se lance al agua al rescate de una persona en riesgo si no está preparado para ello. Sacar del agua a un ahogado es muy dificultoso y se requiere nadar muy bien y saber remolcar a otra persona en condiciones de agitación y estrés. Debe sopesar si es posible ayudar desde la orilla con un palo o un flotador, lo que sería una medida prudente. En algunos casos la persona que socorre al ahogado puede llevar atada una cuerda para que se le pueda ayudar a arrastrar al ahogado desde la orilla.
En el caso de presenciar un ahogamiento es necesario recordar:
1. Llame a alguien más y pida ayuda.
2. No entre en el agua a menos que tenga un entrenamiento de rescate acuático. Inténtelo desde la orilla con un palo, una cuerda o un flotador. Siga la regla "alcanza y tira, pero no vayas".
3. Una vez que el ahogado se encuentre fuera del agua, pida ayuda inmediata al puesto de la Cruz Roja o a emergencias médicas y, mientras llegan, verifique el pulso y la respiración del accidentado. Ponga boca abajo al ahogado, con la cabeza más baja que el cuerpo, para que expulse el agua que ha tragado. Inicie respiración artificial y masaje cardiaco si está capacitado para hacerlo.
Primeros auxilios
El masaje cardiaco es una técnica complicada que requiere entrenamiento previo
La reanimación es parte esencial de los primeros auxilios a un ahogado. Éste deja de respirar espontáneamente y cada segundo sin oxígeno cuenta para su posterior recuperación.
El masaje cardiaco es una técnica complicada que requiere entrenamiento previo, así que es preferible centrar el salvamento, mientras acuden los servicios de emergencia, en la respiración artificial.
Con el ahogado acostado boca arriba, mueva hacia arriba y atrás la mandíbula para abrirle la boca. Obture las narices del paciente usando el pulgar y el índice de una mano, inspire después y sople inmediatamente el aire en la boca del ahogado. Cuando la técnica es correcta, el tórax del ahogado debe moverse. El ritmo de insuflación de aire para un adulto debe ser de 15-20 respiraciones por minuto.
Se debe acercar el oído a la boca del la persona inconsciente tras 10 respiraciones para comprobar que se ha reanudado la respiración espontánea. Si esto no sucede, se debe reanudar la respiración artificial sin descanso hasta que lleguen los servicios de emergencia.