En primer lugar porque su sistema inmune no ha tomado contacto con los virus y tiene menos defensas y, en segundo lugar, porque los niños están en contacto con un gran número de niños en el colegio o en la guardería y esto favorece el contagio.
Hoy por hoy, no hay una vacuna eficaz contra el resfriado de forma global, pues son muchísimos los microbios capaces de dar lugar a este cuadro clínico. Una buena medida puede ser aislar a los enfermos para que no contagien.
Los catarros que no se complican se curan solos y no necesitan tratamiento con medicinas. La vigilancia de los padres debe dirigirse a la detección de posibles complicaciones. Éstas son producidas, sobre todo, por bacterias, como otitis, sinusitis,conjuntivitis purulenta o neumonía. La persistencia de fiebre más de tres días, el dolor de oídos, la dificultad para respirar, la persistencia de más de diez días de mucosidad nasal espesa de color amarillo o verdoso, o el decaimiento deben ser considerados síntomas de alarma y, por lo tanto, deben consultarse con el pediatra.
Cuando hay fiebre, éste no suele durar más de tres días; los síntomas nasales y de garganta ceden en una semana, pero la tos es, generalmente, más persistente y no es raro que dure dos o tres semanas.