La esclerosis múltiple no sólo afecta al paciente sino que altera toda la vida familiar. Se trata de una enfermedad de larga evolución y el enfermo, en mayor o menor medida, va a necesitar de la ayuda y el apoyo de sus seres más queridos. Es necesario, por tanto, plantear la situación y hablar con el paciente para conseguir un mejor cuidado tanto para el paciente como para el cuidador.
En las enfermedades crónicas es fácil que el cuidador se vea superado por la situación y debe saber cuidarse a sí mismo tanto como a su enfermo. Es necesario saber dónde están las propias limitaciones y tomar los descansos necesarios, delegando el cuidado en otros familiares o en el personal cualificado para estos trabajos. Pida apoyo familiar y acepte las ayudas que le ofrezcan.
Por otra parte, el cuidador debe huir de la sobreprotección que no beneficia nada a un enfermo que ya se encuentra con sus capacidades disminuidas. Deje que el paciente realice todas aquellas funciones de las que es capaz, aunque lo haga lentamente y con algún tipo de ayuda; no le supla con el pretexto de que usted lo hace mejor. Un exceso de celo en el cuidado del enfermo puede ser muy perjudicial para su propia autonomía.