Los niños con esclerosis múltiple pueden tener algunos síntomas diferentes a los de los adultos, como convulsiones o alteraciones del estado mental, como la letargia.
La esclerosis múltiple es una enfermedad muy poco frecuente en los niños. El niño más pequeño al que se ha diagnosticado esclerosis múltiple tenía 2 años de edad y se han detectados síntomas sugestivos de la enfermedad en un bebé de 13 meses.
Los varones tienen menor riesgo de sufrir la enfermedad y esta avanza más despacio en los niños que en los adultos, aunque la discapacidad acumulada, por ser los pacientes más jóvenes y tener mayor tiempo potencial de evolución de la enfermedad, es mayor en comparación con la esclerosis múltiple desarrollada en el adulto.
La esclerosis múltiple cursa con desmielinización de la materia blanca del sistema nervioso central, que se manifiesta por episodios de trastornos neurológicos. Los síntomas que sufren los niños interfieren en su desarrollo, por lo que pueden tener problemas escolares por las disfunciones cognitivas que pueden sufrir.
No existe ninguna prueba específica para diagnosticar la esclerosis múltiple durante la infancia. Se utilizan las mismas pruebas y parámetros que en los pacientes adultos. La estrategia diagnóstica incluye la RMN, el análisis del líquido cefalorraquídeo y descartar otras posibles patologías con síntomas iguales. Los tratamientos utilizados en los niños carecen de especificidad y son idénticos a los utilizados en los adultos.
La recuperación en los niños de los periodos activos de la enfermedad es espectacular y ello se debe a que no tienen ideas preconcebidas sobre la esclerosis múltiple y a que no tienen conciencia, debido a su edad, del riesgo de una recaída posterior de la enfermedad ni de la progresión de la misma, por lo que afrontan el presente con mayor optimismo.