La hipertensión arterial (HTA) es la principal causa de mortalidad tanto en los países desarrollados como en los en vías de desarrollo. La HTA, tensión alta, como ya sabe, es una enfermedad muy frecuente en las sociedades llamadas desarrolladas. La prevalencia en España en las personas de 35 a 64 años oscila entre el 30% y el 45%; en las personas mayores de 65 años puede llegar a superar el 65%. En el 90% de los casos no se conoce la causa de la HTA, por lo que se denomina "esencial". Se habla de factores genéticos (antecedentes familiares) y factores ambientales (ingesta de sal o de alcohol, obesidad, sedentarismo, estrés crónico).
Cuando hay una causa que explica la HTA, ésta se denomina secundaria. Entre las causas secundarias de HTA están las nefropatías, las alteraciones endocrinas (hiperaldosteronismo, hiperparatiroidismo, hipertiroidismo, enfermedad de Cushing, feocromocitoma, etc.). Otras causas son la acromegalia o gigantismo, la coartación de aorta, en raras ocasiones el uso de anticonceptivos orales u otros fármacos, la cocaína, etc.
Según la Sociedad Europea de Hipertensión, las definiciones y la clasificación de los niveles de presión arterial (mm Hg) son los siguientes:
Cuando las presiones arteriales sistólica y diastólica de una persona corresponden a diferentes categorías, deberá aplicarse la categoría más elevada.
El término tensión o presión arterial (PA) hace referencia a la fuerza que ejerce la sangre sobre la pared arterial. Se define como HTA aquellas cifras de PA que alcanzan o sobrepasan un nivel de tensión, arbitrariamente establecido por consenso internacional, que se sitúa actualmente en las cifras de 140/90 mm Hg.
La relación entre la PA y el riesgo cardiovascular es continua; es decir, a mayor PA, mayor riesgo de aparición de enfermedades o de mortalidad cardiovascular.
A la HTA se le ha denominado "el asesino silencioso" por ser un acelerador de la mortalidad, principalmente cardiovascular, sin mostrar síntomas hasta que aparecen las complicaciones.
La HTA es un factor de riesgo cardiovascular, es decir, favorece la aparición de cardiopatía isquémica (angina de pecho y/o infarto agudo de miocardio), insuficiencia cardiaca, accidente cerebrovascular (ictus), nefropatía, aterosclerosis, retinopatía con riesgo de ceguera, aneurismas, etc.
La HTA contribuye al 75% de todos los ictus o ataques cardiacos. En comparación con un individuo normotenso, el hipertenso tiene diez veces más probabilidades de sufrir un ictus y cinco veces más de tener un ataque cardiaco, dependiendo del grado de hipertensión.
Además, la HTA suele coexistir con otros factores de riesgo cardiovascular, tales como: obesidad, hipercolesterolemia, tabaquismo y diabetes. La coexistencia con uno o más factores de riesgo tiene un efecto sinérgico (mayor que la simple suma de la mortalidad asociada a cada factor) sobre la mortalidad.