La psoriasis, enfermedad crónica de la piel (el órgano más grande del cuerpo humano), se caracteriza por una aceleración en el ciclo de recambio de la piel. La piel humana suele fragmentarse en pequeñas escamas que se desprenden continuamente del cuerpo, completando todo el ciclo de cambio en aproximadamente 28 días. En las personas que padecen psoriasis, la pérdida de la piel se produce con mayor velocidad de lo que tarda en generarse la nueva, provocando que el paciente pueda perder una capa entera de tejido cutáneo en sólo cuatro días. En algunos casos, la psoriasis puede llegar hasta los huesos, convirtiéndose en una enfermedad reumática.
Las lesiones son escamosas, engrosadas e inflamadas y suelen aparecer primero en la zona de las articulaciones. Si bien no es una enfermedad contagiosa, el aspecto de las lesiones suele ser un condicionante para el normal desenvolvimiento social de quienes la padecen.
En el tratamiento de la psoriasis, la alimentación juega un rol crítico y la ingesta de determinados alimentos puede contrarrestar el efecto oxidativo del organismo, provocando una aceleración del proceso de pérdida de la piel y un retraso en su regeneración.
Se puede proceder a la elaboración de un plan de alimentación personalizado, el cual incluirá sólo los alimentos que se toleren y que conformen una dieta equilibrada, logrando una mejor calidad de vida.