El fin principal del tratamiento es que el enfermo pueda hacer una vida normal, ya sea en el trabajo, en la escuela o cuando haga ejercicio.
En la actualidad no existe un fármaco curativo, pero los que se utilizan son muy eficaces y, si la persona afectada los toma de forma constante, puede llegar a estar sin síntomas.
Hay dos grandes familias de fármacos que se pueden aconsejar al paciente que padece asma, los cuales se usan habitualmente de forma inhalatoria:
Broncodilatadores: actúan abriendo los bronquios, lo que permite que pase más aire. Existen diversos tipos (agonistas beta 2-adrenérgicos, anticolinérgicos y teofilinas), pero todos coinciden en su efecto relajante sobre los músculos que comprimen los bronquios.
En definitiva, el tratamiento se instaura combinando diversos fármacos en función de la gravedad de los síntomas.
Respuesta de los tejidos corporales a una agresión o herida, caracterizada por calor, dolor, rubor y tumefacción. Su gravedad, sus características especiales y su duración dependen de la causa, de la zona afectada y del estado de salud del individuo.
Son conductos tubulares fibrocartilaginosos que se bifurcan en dos y entran en el tejido pulmonar conduciendo el aire de la respiración desde la tráquea a los bronquiolos y a los alvéolos.