Cáncer de mama - De interés
-
Las migrañas protegen contra el cáncer de mama
Las mujeres que tienen un historial de migrañas presentan un 30% menos de riesgo de padecer cáncer de mama respecto a aquellas que no sufren ese tipo de dolor de cabeza.
En particular, el historial de migrañas conlleva una reducción de riesgo de los subtipos más comunes de cáncer de mama: aquellos que son positivos al receptor del estrógeno o al de la progesterona. El mecanismo por el cual la migraña no se asocia al cáncer de mama no se conoce aún, pero se cree que tiene que ver con las fluctuaciones en la circulación de las hormonas.
Parece que las migrañas tienen un componente hormonal que hace que sean más frecuentes en las mujeres, por lo que se deduce que tienen dicho componente hormonal. Por ello, la píldora anticonceptiva se asocia a la aparición de migrañas durante el periodo en que no existe aporte de hormonas, mientras que el embarazo actúa como protección.
El estudio se centró en dos grupos, que incluyeron a 3.412 mujeres posmenopáusicas del área de Seattle, de las cuales 1.938 tenían un diagnóstico de cáncer de mama y 1.474 no tenían dicha dolencia. La información sobre el historial de migraña estaba basada en el testimonio personal y limitada a los casos que habían sido diagnosticados por médicos u otros profesionales de la salud.
Es un dolor de cabeza muy intenso que dura en torno a cuatro horas o más y que suele ser incapacitante. Suele afectar medio cráneo y ser pulsátil (es decir "que late"). Se manifiesta con intolerancia a la luz y a los ruidos, y puede ir acompañado de náuseas, vómitos y diarrea. Es típica la aparición de auras (se ven centelleos) antes de instaurarse la migraña.
Son las hormonas sexuales femeninas más importantes. Sus funciones son diversas: a) son responsables de los cambios físicos (de niña a mujer); b) producen el crecimiento de los senos y genitales externos; c) ensanchan la pelvis; d) desarrollan la vagina y aumentan sus secreciones; e) acondicionan el cuerpo para ser fecundado y poder concebir. La cantidad de estrógenos aumenta durante la pubertad y desarrollan los tejidos de los órganos sexuales. En el periodo reproductivo ‒entre los 20 y los 30 años‒ se intensifica la producción. Finalmente, desciende a niveles más bajos después de la menopausia.
Sustancia química producida y secretada por glándulas endocrinas, que circula por la sangre y controla o regula la actividad de un órgano o de un grupo de células.