Es aconsejable realizarse mamografías de forma periódica (cada 1-2 años) a partir de los 45 años se tenga o no algún factor de riesgo, para así diagnosticar el posible cáncer con el mínimo tamaño posible. De esta manera se mejoran la supervivencia y la calidad de vida de la paciente.
Esta práctica de cribado se ha implementado al conocer la historia natural de la enfermedad y cuando se sabe que más de la mitad de los cánceres de mama se diagnostican en mujeres que no tienen ningún factor de riesgo identificable. De este modo, las estrategias para la prevención de la enfermedad deben estar dirigidas a toda la población femenina.
De la historia natural de la enfermedad se debe conocer que el cáncer de mama pasa primero por un periodo preclínico; es decir, un tiempo en el cual la propia mujer no puede sospechar de su existencia, porque no hay síntomas y no es palpable, y pasa inadvertido incluso para el médico pero no para el radiólogo, quien sí lo puede diagnosticar al emplear técnicas especiales como la mamografía. Desde que empiezan a producirse las primeras alteraciones en la glándula mamaria hasta que el tumor alcanza un tamaño que no pasa desapercibido a la exploración clínica (más de un centímetro) pueden pasar de ocho a diez años. Y es aquí, en este periodo de incubación, cuando debería realizarse el diagnóstico y el tratamiento.
En algunas comunidades autónomas han instaurado un programa de screening para el cáncer de mama, dirigido en especial a mujeres de entre 45 y 65 años, sanas (la selección según la edad de la población depende de cada comunidad autónoma), y se realizan mamografías a todas las mujeres comprendidas en dicha franja de edad bianualmente. No debemos faltar a la cita, ya que el diagnóstico precoz conlleva, por lo general, una cirugía conservadora, menos agresiva, una mayor supervivencia, una mayor calidad de vida y una disminución en la mortalidad (entre el 20%-30%).
Un tema muy debatido, ya que a lo largo de estos últimos años ha sido criticado por unos y apoyado por otros, es la autoexploración mamaria. Se trata de un método sencillo, asequible y barato; sin embargo, crea bastante alarma y produce un gran número de consultas médicas. Ante la mínima duda, la mujer debe acudir al médico.
No hay datos que demuestren, fehacientemente, que la práctica de la autoexploración mamaria reduzca la mortalidad por cáncer de mama, pero se ha observado que las pacientes que practican la autoexploración de forma regular detectan tumores más pequeños y, en consecuencia, se les puede realizar una cirugía conservadora.
La mujer debe conocer su propio cuerpo para así poder percibir los posibles cambios que puedan surgir. Ha de realizarse siempre a partir del séptimo día de la regla, ya que en los previos y durante la regla pueden aparecer signos que confundan y alarmen innecesariamente a la mujer.
Es importante saber que el cáncer de mama no duele, por lo general ni siquiera en los estados terminales. Lo más frecuente es que la mujer, al vestirse o ducharse, note un bulto que antes no tenía. Ante tal signo, es importante acudir al médico de forma preferente y sin mucha dilación.
Otro síntoma que puede aparecer es que la paciente note que se le mancha el sujetador en la zona central por una secreción pardusca. Esta secreción se produce ocasionalmente con la presión del pezón por ella misma o durante el juego sexual con su pareja.
Poco a poco, podemos notar cómo el pezón se retrae y se invagina o aparece una zona de la mama más endurecida que antes no tenía la enferma. Ante cualquiera de estos signos, se debe consultar a una especialista en patología mamaria.
Formas de presentación
Son dos los casos más comunes que se diagnostican a diario en la consulta del médico:
Presentación A
Mujer de entre 45 y 65 años que acude a su cita regular cada dos años para el diagnóstico precoz y que, en la imagen de la mamografía rutinaria de este año, presenta alguna de estas alteraciones:
- Nódulo de aspecto abigarrado y espiculado.
- Un área de microcalcificaciones sospechosas.
- Pérdida de la arquitectura y la desestructuración del tejido mamario.
- Engrosamiento difuso de la piel.
- Presencia de cordones fibrosos que retraen la piel o el pezón.
Cuando aparece alguno de estos signos, se llama a la paciente para completar el estudio. Se realiza una ecografía mamaria y, en algunos casos, ese mismo día, se realiza también una punción con aguja en la mama. Además, se le facilita a la paciente una cita para ser vista en la consulta de la "Unidad de Mama". Con el resultado de estas pruebas y junto con los de la exploración clínica y la historia clínica de la paciente ya se puede tener un diagnóstico bastante orientativo sobre la benignidad o malignidad del caso. En ocasiones, es necesario realizar una biopsia en el quirófano para llegar al diagnóstico.
Presentación B
Mujer de cualquier edad (más frecuente entre los 40 y los 50 años) que acude a la consulta por notarse un bulto o porque ha comenzado a tener una secreción sanguínea por el pezón o el pezón lo nota más hundido, etc. Además de una historia y exploración clínica detalladas, se realizará una mamografía (y, en algunos casos, se hará también una ecografía mamaria) y, en función de los hallazgos y del caso clínico concreto, se procederá igual que en el caso anterior a realizar una biopsia con aguja o una biopsia con arpón. En las mujeres que presentan un derrame por el pezón debe realizarse, además, una citología de dicha secreción.