El cáncer de mama es (potencialmente) una enfermedad muy seria que puede amenazar la vida. La detección temprana es vital porque ofrece la oportunidad de obtener un tratamiento eficaz y, por lo tanto, representa la esperanza de salvar más vidas. Los programas comunitarios de detección y las mamografías representan la clave para la detección temprana y son herramientas integrales en la lucha contra el cáncer de mama.
Los lugares comunes a los que se extiende el cáncer de mama son los huesos (en la espalda o las caderas), los pulmones, el hígado y algunas veces el cerebro. Las recurrencias no ocurren en todas las mujeres que han tenido cáncer de mama y no se dan en todos los lugares mencionados; habitualmente sólo se afecta uno de ellos.
Por sí mismas no son concluyentes, pero sí es cierto que un gran número de pacientes han descubierto que tienen cáncer de mama observándose a sí mismas.
Los implantes de silicona pueden interferir con la mamografía normal al ocultar parte del tejido de la mama. Por eso la paciente debe informar al radiólogo de que lleva implantes cuando solicita la mamografía. Existen técnicas (como la de Eklund) para obtener una mejor visión de la mama en estos casos. Además, así se elude el riesgo de que la mamografía altere el implante con la presión. No existen estudios que confirmen una incidencia mayor del cáncer de mama en las mujeres con implantes, ni tampoco una mayor mortalidad.
Es una radiografía especial de la mama que utiliza un nivel muy bajo de radiación. Para realizarla, la mujer tiene que descubrirse el pecho; la mama se pone entre dos placas que la aplastan para obtener una imagen de buena calidad. Es una prueba un poco incómoda, breve y mínimamente dolorosa. Por lo general, se toman dos radiografías, aunque a veces son necesarias proyecciones especiales. Las mamografías pueden mostrar tumores antes de que se produzca ningún síntoma. Pueden mostrar depósitos de calcio en la mama (microcalcificaciones) que en función de sus características indicarán benignidad o malignidad.