En los últimos tiempos, mucho se ha hablado del trabajo que supone para la familia tener una persona dependiente en casa, sobre todo para la persona que se dedica de manera continua a su cuidado.
Es, entonces, cuando se ha comenzado a tener en cuenta el concepto de los "cuidados del cuidador". Es necesario que el cuidador tenga presente que su salud es lo primero y que estar bien física y mentalmente es el primer requisito para poder cuidar de otra persona.
Para el cuidador, el primer paso es asumir que la persona realmente es dependiente, le necesita y le corresponde ser responsable de su cuidado.
Las personas cuidadoras están expuestas a un nivel de presión y esfuerzo que a veces no es valorado, y que repercute directamente tanto en su salud como en la de su entorno. Los sentimientos de impotencia y frustración también son frecuentes dado que no siempre el esmero en el cuidado y la atención tienen como respuesta una mejora o un gesto de agradecimiento.
El cuidador ha de hacer partícipes a todos los miembros de la familia de la realidad, hablar sobre cómo va a afectar la mayor dedicación a la persona que necesita cuidados, sobre cómo pueden colaborar en caso de necesidad y, sobre todo, hacer patente los cambios que se pueden avecinar.
A la hora de organizarse, es importante saber que pedir ayuda es una alternativa que puede proporcionar muchos beneficios, y no debe interpretarse como una dejadez de funciones, sino un paso más en la organización eficiente del día a día. La ayuda no es sólo un apoyo en lo referente al trabajo físico, sino un acicate y una vía de escape de tensiones. Compartir la responsabilidad nos da la posibilidad de compartir miedos y soluciones.
Finalmente, conocer los recursos de que se dispone a nivel institucional (recursos sanitarios, municipales, sociales, educativos...) va a ayudar al cuidador a saber hasta dónde puede cubrir él y qué le pueden aportar desde fuera.