Acerca del sexo existen, en general, muchos tabúes pero si, además, lo relacionamos con las personas discapacitadas, los falsos mitos aumentan. La labor de derribar estos falsos mitos depende en parte de la educación de la sociedad.
Es evidente que las características particulares de cada persona condicionan la manera en que pueden desarrollar cualquier tipo de actividad. El sexo es una de ellas. Pero eso sólo significa que cada uno/a tendrá su particular modo de vivir su sexualidad.
Los factores que a continuación se desarrollan son algunos de los que dificultan el desarrollo pleno de la sexualidad en algunas personas con discapacidad:
Dificultad para socializar
Es bastante habitual que las personas con discapacidad tengan más dificultad de acceso a una vida totalmente normalizada en la que se pueda socializar fácilmente. Además, en determinados casos es más que complicado que la persona tenga su propio espacio y sus momentos de intimidad, ya que hay personas que permanentemente están acompañadas por familiares o cuidadores.
Entorno familiar sobreprotector
En ocasiones, es difícil que la familia entienda que las necesidades son para todo/as iguales; sobre todo en los casos de personas con retraso mental existe una gran resistencia por parte de la familia a que se formen parejas.
Falta de educación sexual
Como en todos los ámbitos de la vida, en la sexualidad también hace falta recibir información y educación. El desarrollo de una sexualidad sana tiene mucho que ver con un desarrollo personal íntegro y saludable, y por tanto, con la felicidad y el desarrollo pleno.
Prejuicios sociales
En ocasiones, es la propia sociedad la que presenta ciertas reticencias a la hora de plantearse las relaciones de personas discapacitadas. La educación y el respeto al prójimo ayudan, sin duda, a entender que, si se abre el abanico de posibilidades que hay en las relaciones sexuales, no existen exclusiones para nadie. Cada persona, a pesar de sus limitaciones, puede disfrutar de su sexualidad.