Las mujeres fumadoras inician la menopausia a una edad más temprana con una pérdida de hueso intensa en los primeros años de la misma. La pérdida de masa ósea se inicia a partir de los 35 años con el envejecimiento, incrementándose en las mujeres con la menopausia. Se produce entonces osteoporosis y tendencia a las fracturas en las muñecas, la columna y en las caderas.
Los efectos del tabaco en los huesos de la mujer son devastadores. El tabaco posee una acción antiestrogénica, adelantando la menopausia en varios años. El tabaco también condiciona la pérdida de masa ósea en el hombre .
El tabaco provoca la pérdida del calcio por la orina. Esta pérdida de calcio afecta de manera decisiva a la masa ósea que alcanzan los jóvenes que fuman, que suele ser inferior que en los no fumadores. De este modo, las personas que fuman parten de una masa ósea formada más pobre y el envejecimiento y la menopausia, en las mujeres, aceleran el proceso de deterioro óseo, desembocando en una osteoporosis franca. En el hombre son causas destacadas de osteoporosis el tabaquismo y el alcoholismo.
La disminución de la masa ósea duplica la posibilidad de fracturas en las vértebras y la multiplica en la cadera. Estas fracturas tienen peor evolución en el fumador con mala formación del callo óseo y más riesgo de complicaciones. Las personas fumadoras deben someterse periódicamente a densitometrías para evaluar la calidad de sus huesos y, en el caso de afectación ósea y riesgo de fractura, deben ser orientadas para que abandonen el tabaco.