Es sobradamente conocido el dicho popular que reza "somos lo que comemos". Está demostrado que nuestra dieta influye en nuestro cuerpo y nuestra salud. Una cuidada alimentación y una buena higiene se reflejan sin duda en nuestra piel. A continuación exponemos unos cuantos consejos para que la salud y apariencia de tu piel sean perfectas.
- Beber agua en abundancia: el cuerpo pierde agua a lo largo del día, por ello es necesario reponer la que se pierde y suplir la necesaria para el desarrollo de las funciones vitales. Se recomienda beber entre 2 y 3 litros al día. Una correcta hidratación, desde el interior, hace que la piel tenga una apariencia más tersa.
- Hacer ejercicio: el ejercicio moderado puede ayudar a mantener la elasticidad y la tonificación de la piel. El ejercicio físico incrementa el flujo sanguíneo hacia la piel, lo que implica que ésta reciba de manera óptima los nutrientes y vitaminas esenciales.
- Mantener la piel limpia: una piel limpia es la mejor manera de prevenir infecciones y olores corporales. Asegúrese de que el jabón o limpiador que use no le provoque irritaciones. Recuerde que los excesos de limpieza pueden provocar una pérdida excesiva de grasa en las capas más externas de la piel y acentuar la sequedad de la piel.
- Usar exfoliantes: los geles de ducha o los masajes exfoliantes contienen partículas que favorecen el proceso de renovación celular sin agredir a la epidermis. Algunos contienen ácidos procedentes de algunas frutas (alfahidroxiácidos) que ayudan a eliminar las células muertas de la piel. Estos ácidos, también denominados AHA, pueden irritar algunas pieles, por lo que se deben dejar de usar si se perciben signos de irritación en la piel.
- Hidratar la piel: hidrate su piel diariamente: le ayudará a mantenerla tersa al incrementar los niveles de humedad. Hay distintas necesidades según la edad y el tipo de piel, por ello, si no está seguro del producto que más le conviene, es recomendable que consulte a su médico o farmacéutico.
- Utilizar protección solar: el cáncer de piel es el mayor riesgo de la exposición prolongada a la luz solar. Hay que evitar una excesiva exposición a los rayos del sol, así como usar una crema con un factor de protección solar (normalmente denominado SPF) de 15 o superior. Es aconsejable una nueva aplicación de protector solar, especialmente después de haber sudado o haberse dado un baño.
- Observar la piel: observe su piel regularmente: hará que se habitúe y conozca la apariencia de su piel, lo que hará que detecte cualquier cambio en ella con mayor rapidez. Preste especial atención a los lunares; si ve que alguno cambia de forma o sangra, visite a su médico para que lo examine.
- Dejar de fumar: si es fumador, lo más importante que puede hacer para mejorar el estado de tu piel es dejar de fumar. El humo del tabaco seca su piel, a la vez que constriñe los vasos sanguíneos y, por lo tanto, la cantidad de sangre que llega a la piel, privándola de nutrientes esenciales.