La recuperación de la piel tras el verano se basa en una buena exfoliación y la posterior rehidratación. El sol y el aire libre constituyen agentes agresores para la piel y esta necesita una reparación inmediata tras el verano.
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El principal daño que sufren piel durante el estío es la deshidratación. Así, cuando la humedad ambiental pasa del 90% al 60%, la piel sufre una deshidratación del 30%. Esta pérdida de agua ocasiona una piel menos lustrosa, reseca y rugosa. El aire acondicionado también es un factor a tener en cuenta, ya que el cambio térmico repentino y la sequedad propia de estos sistemas de refrigeración fomentan una mayor deshidratación, si cabe. Además de la deshidratación, la piel sufre la aparición de lesiones propias del fotoenvejecimiento o envejecimiento inducido por la acción solar, produciéndose un mayor grado de deterioro y la aparición de manchas y capilares dilatados.
La exposición a los rayos del sol, incluso con cielo nublado, debería implicar en todos los casos, de manera constante y más en los niños, el uso continuado de protectores solares adecuados a la actividad, la latitud, la edad del sujeto y el color de la piel. La irradiación solar sobre la piel está relacionada con el cáncer de piel y el melanoma maligno. Además, la piel "recuerda" las pequeñas lesiones recibidas en la infancia tras sus repetidos encuentros con el sol, que no hay que olvidar que es una de las fuentes de energía más potentes de la naturaleza.
Tras el verano, la piel puede haber sufrido diferentes grados de daño debidos al sol y al aire libre. Este es un buen momento para reparar estas agresiones y devolverle a la piel su frescura. Las comidas deben ser ricas en betacarotenos que son unas sustancias que le dan color a las verduras y que son percusores de la vitamina A, como la calabaza, la zanahoria, el tomate, la espinaca, los nísperos, el brécol, etc. Los antioxidantes de los alimentos, como la vitamina C y la E, son fundamentales para la recuperación de la piel. Estas vitaminas están presentes en los aceites vegetales, las carnes, el pescado, las verduras y las frutas. Poe ello es importante cuidar la alimentación para una buena recuperación de la piel.
Se debe reforzar esta estrategia con la exfoliación de la piel para eliminar las células muertas y dar paso a una piel renovada. A continuación, es indispensable proceder a una hidratación reforzada para recuperar la piel de los daños ocasionados por el verano Beber, al menos, un litro y medio de agua al día y mejor dos litros es el principio de una buena hidratación y el complemento indispensable de los cosméticos. Es fundamental conservar el papel de barrera de la capa córnea mediante la aplicación de sustancias humectantes en forma de cremas con lípidos que evitan la evaporación del agua de la piel.
El fotoenvejecimiento
Muchos años tomando el sol sin protección y de manera indiscriminada pueden provocar que aparezca en la madurez el fotoenvejecimiento
Los rayos del sol provocan la formación de radicales libres en las células de la piel con gran capacidad oxidante, produciéndose un daño en su interior que condiciona el envejecimiento de la piel. El aspecto de la piel cambia y se torna áspera, arrugada, poco elástica y con un color amarillo. También aparecen manchas oscuras y decoloradas, y pequeñas venitas. Es la piel típica de los agricultores o de otros trabajadores al aire libre. Muchos años tomando el sol sin protección y de manera indiscriminada pueden provocar que aparezca en la madurez esta alteración de la piel sin posibilidad de recuperación.
La prevención del fotoenvejecimiento se basa en el uso de filtros solares adecuados y en la aplicación de cosméticos hidratantes, que son necesarios para reponer el agua perdida por efecto de las radiaciones solares. Tomar el sol de una manera racional es, en definitiva, la medida más eficaz de prevenirlo.
Niños al sol
En los niños es obligado el uso de una crema solar con un factor de protección alto y nunca se les debe exponer directamente al sol, debiendo usar gorros y camisetas, y permanecer a la sombra.
Las lesiones sufridas por la radiación solar en la infancia se almacenan en la memoria de la piel y pasan factura en la vida adulta. Los niños son más vulnerables a los daños solares ya que sus mecanismos de defensa son inmaduros. Nunca se debe exponer a los bebés al sol ya que tienen una piel muy sensible y aún no han desarrollado totalmente su capacidad de formar melanina, el pigmento que produce el bronceado. Además, las quemaduras serían más graves y la deshidratación bajo el sol es frecuente. No se deben utilizar cremas protectoras antes de los seis medes de edad ya que algunos bebés pueden sufrir irritaciones y reacciones alérgicas a las cremas.
Entre los seis y los doce meses se pueden comenzar a usar cremas protectoras que deben ser siempre adaptadas a los niños (cremas pediátricas) y con un factor de protección elevado. Lo más seguro es que permanezcan a la sombra y vestirlos con camisetas de algodón y sombreros con ala ancha ya que las prendas pueden bloquear hasta el 97% de los rayos UVB que inciden sobre el niño.
Se deben aplicar las cremas solares tanto si el niño permanece al sol como a la sombra o bajo el agua. Los rayos que se reflejan en la arena o en el agua son igualmente perjudiciales. Un día nublado nunca debe ser excusa para no aplicar la crema protectora ya que las nubes no ofrecen la protección suficiente frente a la acción del sol. Cerca del agua los rayos solares son incluso más perjudiciales por reflejarse en ella. Por lo tanto, no se debe dejar jugar a los niños en la orilla ni permanecer largo tiempo en el agua.
Es obligado el uso de gafas de sol homologadas y adaptadas a la cara infantil, y que se ajusten a la cabeza mediante cintas elásticas. Los niños carecen de las defensas del ojo contra el sol que tienen los adultos. La monturas desde luego deben ser irrompibles y estar fabricadas con materiales no tóxicos y antialérgicos. Se deben adquirir en ópticas para garantizar su seguridad y eficacia.
Manchas en la piel a causa del sol
La simple exposición durante el tránsito por las calles de las ciudades es suficiente para que aparezcan estas antiestéticas manchas solares.
Actualmente, un gran número de personas se quejan de la aparición de machas en su piel. Estas manchas suelen ser fruto de la exposición a la luz solar. Incluso la simple exposición durante el tránsito por las calles de las ciudades es suficiente para que aparezcan estas antiestéticas manchas.
Su tratamiento entra dentro de la especialidad de Dermatología y se debe acudir al médico antes de aplicar tratamientos alternativos. En cuanto a la prevención, las personas con tendencia a sufrir estas manchas no deben tomar el sol y es obligado que utilicen un protector solar con pantalla total para salir al exterior. se debe renovar la aplicación del protector cada dos horas durante la exposición a la luz solar.
Consejos para una piel radiante
La limpieza diaria de la piel es fundamental y se deben utilizar productos de higiene suaves y agua templada para no alterar el manto ácido de la piel y no resecar su superficie. Es aconsejable evitar los perfumes que pueden reaccionar con el sol y producir manchas. El secado concienzudo pero sin frotar es fundamental para no irritar y para evitar las infecciones por hongos, más frecuentes en verano. Es más higiénico no compartir las toallas. Las cremas hidratantes y los aceites de baño son buenas armas para mantener la piel hidratada a la vez que mejoran su aspecto. Es necesario vestir prendas frescas y holgadas y evitar usar ropa o zapatos de materiales artificiales para facilitar la transpiración de la piel y evitar lesiones por exceso de sudoración.
Un sueño reparador en una habitación bien ventilada también es fundamental para conservar una piel bella y sana.