La definición de la sexualidad humana que establece la Organización Mundial de la Salud (OMS) recoge, entre otros términos, que "la sexualidad es un aspecto central del ser humano, presente a lo largo de su vida. Abarca al sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual...".
La sexualidad humana representa el conjunto de comportamientos que conciernen la satisfacción del deseo sexual y del placer, ya sea con fines reproductivos o simplmente para mantener relaciones interpersonales.
La sexualidad puede tener diversas características:
- El erotismo: es la capacidad de sentir placer a través de la respuesta sexual; es decir, a través del deseo, la excitación y el orgasmo.
- La vinculación afectiva: es la capacidad de desarrollar y establecer relaciones interpersonales significativas.
- La reproductividad: es más que la capacidad de tener hijos y criarlos; incluye los sentimientos y actitudes de maternidad y paternidad, además de aquellas otras que favorecen el desarrollo y la educación de otros seres.
- El sexo genético y físico: la característica del sexo desarrollado comprende el grado en que se vive la pertenencia a una de las categorías dimórficas (femenino o masculino). Ello es de suma importancia en la construcción de la identidad y la estructura sexuales, incluyendo todas las construcciones mentales y conductuales relacionadas con el hecho de ser o sentirse hombre o mujer.
Es importante notar que la sexualidad se desarrolla y expresa de diferentes maneras a lo largo de la vida aunque en la edad adulta estas cuatro características interaccionan de corma continuada.
Desde el punto de vista psicológico, la sexualidad es la manera de vivir la propia situación. Es un concepto amplio que abarca todo lo relacionado con la realidad sexual. Cada persona tiene su propio modo de vivir el hecho de ser mujer u hombre, su propia manera de situarse en el mundo, mostrándose tal y como es.