Cuando una mujer decide tener un hijo debería acudir a la consulta de su ginecólogo para planificar el embarazo. Pero solo el 20% de ellas lo hace. Los expertos destacan la importancia de iniciar la suplementación de ácido fólico y yodo antes de que el embarazo sea una realidad. Sólo con esta medida se evitarían numerosas anomalías congénitas, abortos, retrasos mentales y otros problemas del futuro bebé
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Planificación del embarazo
Una mujer debería empezar a actuar como si estuviera embarazada desde el mismo momento en que decide tener un hijo. Esta decisión debería, además, llevar aparejada la necesidad de una consulta preconcepcional. En ella el ginecólogo evaluará su estado de general salud para detectar posibles problemas (diabetes, hipertensión, obesidad, etc.) que puedan condicionar el futuro embarazo y seguramente le recomendará que empiece a tomar suplementos vitamínicos de ácido fólico y yodo con el fin de reducir el riesgo de aborto espontáneo y evitar los problemas que un déficit de estas sustancias en el organismo de la madre puede representar para el futuro bebé.
Son muchos los hospitales públicos que cuentan con una consulta preconcepcional. Pero lo cierto es que el 80% de las mujeres españolas que en un momento dado deciden tener un hijo no visitan al ginecólogo hasta después de haberse iniciado el embarazo, según una encuesta realizada por la Fundación para el Progreso de la Educación y la Salud (FPES). Otros datos importantes extraídos de esta encuesta es que el 54% de la mujeres ni tan siquiera conocen la existencia de la consulta preconcepcional y el 74% aseguran que no han tomado suplementos de ácido fólico antes de quedarse embarazadas.
Ácido fólico
El ácido fólico es probablemente el ejemplo más claro de la importancia de planificar cuidadosamente el embarazo con la ayuda del ginecólogo. Cada año nacen en España entre 320 y 400 niños con una deformación del tubo neural (anencefalia, espina bífida, etc.). Se trata de anomalías congénitas que se producen entre los días 17 y 28 de la gestación (cuando empieza a formarse el sistema nervioso central y con el tubo neural) y están causadas por un déficit de ácido fólico en el organismo de la madre.
Es precisamente por esta razón que cuando se confirma el embarazo el ginecólogo prescribe ácido fólico a la mujer, además de otros suplementos vitamínicos. Sin embargo, ya es tarde, pues el tubo neural ya se ha formado. Lo ideal es que esta suplementación vitamínica se inicie tres meses antes de que se produzca el embarazo.
De esta manera, según la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) se evitaría dos de cada tres malformaciones del tubo neural.
Lo cierto es que la mujer española tiene un escaso conocimiento acerca de esta necesidad. La Encuesta nacional de Ingesta Dietética, realiza por el Ministerio de Sanidad y Políticas Sociales revela que las mujeres españolas en edad fértil siguen una alimentación deficitaria de ácido fólico, presente en los vegetales de hoja verde (espinacas, brécol, acelgas, etc.), las legumbres y los frutos secos, entre otros.
Hay que tener en cuenta, como señala la encuesta de la FEPS, que en su mayoría, estas mujeres desconocen cuáles son los alimentos que aportan micronutrientes tan importantes para el embarazo como el yodo, el hierro, el calcio o el ácido fólico.
Yodo
El yodo es otro de los nutrientes imprescindibles durante el embarazo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que el déficit de este mineral durante el embrazo es la principal causa de lesiones cerebrales del niño que se producen durante el embarazo y la lactancia. La consulta preconcepcional haría que la mujer llegase al embarazo con las reservas de yodo necesarias, especialmente para asugurar que durante los tres primeros meses de embarazo el feto reciba las hormonas yodadas que necesita para la formación y maduración de sus tejidos.
Prepararse para el embarazo
La consulta preconcepcional tiene además otros objetivos importantes, más allá de lo relativo al ácido fólico y el yodo. Una evaluación del estado general de salud de la mujer permitirá planificar adecuadamente el embarazo, contemplando posibles factores de riesgo tales como la diabetes, la hipertensión arterial, la obesidad (las mujeres obesas tienen mayor riesgo de desarrollar diabetes gestacional), entre otros.