Se encuentra usted en la 28 semana de embarazo y su médico le ha informado de que tiene diabetes gestacional. ¿Debería preocuparse por ello?
La respuesta es corta y contundente: sí. Un buen control de esta situación significa mucho para su salud y la de su bebé.
¿Qué es la diabetes gestacional?
Se considera que tienen diabetes gestacional (o del embarazo) las mujeres embarazadas que nunca han tenido diabetes pero que, durante el embarazo, presentan concentraciones elevadas de glucosa (azúcar) en su sangre.
La diabetes gestacional afecta a alrededor de un 4% de las mujeres que se quedan embarazadas.
Aunque no se sabe qué es lo que causa la diabetes gestacional, sí se tienen algunos indicios. La placenta sostiene al bebé mientras crece. Las hormonas de la placenta, que ayudan al desarrollo del bebé, también impiden la acción de la insulina en el organismo de la madre, lo que se conoce como resistencia a la insulina.
La resistencia a la insulina impide que el organismo de la madre utilice la insulina.
La diabetes gestacional se inicia cuando el organismo no es capaz de producir y utilizar toda la insulina que necesita para el embarazo, y sin suficiente insulina la glucosa no puede separarse de la sangre y convertirse en energía. La glucosa se acumula en la sangre hasta alcanzar concentraciones muy elevadas. Esta situación se conoce como hiperglucemia.
¿Cómo puede afectar la diabetes gestacional al feto?
La diabetes gestacional se manifiesta en la madre en los últimos meses del embarazo, después de que el organismo del bebé está ya completamente formado pero aún sigue creciendo. Por eso, no causa defectos congénitos de nacimiento como los que se observan en las madres que sufren diabetes antes del embarazo.
No obstante, la falta de tratamiento o la falta de control de la diabetes gestacional puede afectar al feto. Cuando una mujer tiene diabetes gestacional, su páncreas trabaja demasiado para producir insulina, pero ésta no reduce las concentraciones de glucosa en la sangre. Aunque la insulina no atraviesa la placenta, la glucosa y otros nutrientes sí lo hacen. Por tanto, el feto recibe demasiada glucosa a través de la placenta y esto hace que presente concentraciones elevadas de glucosa. En consecuencia, el páncreas del feto produce más insulina para reducir las concentraciones de glucosa en su sangre y, como recibe más energía de la que necesita para su crecimiento, el exceso de energía se convierte en grasa.
El exceso de grasa puede llevar a macrosomía; es decir, a un recién nacido "gordo", lo que entraña para él problemas de salud, como lesión de los hombros al nacer. Igualmente, debido al exceso de insulina producido por el páncreas del feto, los recién nacidos pueden presentar concentraciones bajas de glucosa en la sangre y tienen un mayor riesgo de sufrir complicaciones respiratorias. También son niños con riesgo de padecer obesidad y, con el tiempo, pueden convertirse en adultos con riesgo de desarrollar una diabetes tipo 2.
Tratamiento para la diabetes gestacional
Una vez se le diagnostique una diabetes gestacional, tendrá que empezar un tratamiento de inmediato. Éste tiene como objetivo mantener unas concentraciones de glucosa en su sangre iguales a las de las mujeres embarazadas que no tiene diabetes gestacional. Siempre incluye un plan especial de alimentación y un programa de actividad física. También puede incluir determinaciones diarias de las concentraciones de glucosa en sangre e inyecciones de insulina. Su médico será quien guiará este tratamiento e irá introduciendo en él las modificaciones que vayan siendo necesarias.
Este tratamiento reducirá el riesgo de que haya que practicarle una cesárea por ser su bebé muy grande. Además, seguir el tratamiento le proporcionará un embarazo y parto más saludables y a su bebé le ayudará a no tener problemas de salud en el futuro.
Mirando hacia el futuro
Por lo general, la diabetes gestacional desaparece después del embarazo, pero existe la posibilidad de que dos de cada tres mujeres que han padecido diabetes gestacional presenten otra vez esta enfermedad en futuros embarazos. Sin embargo, en algunas mujeres el embarazo ayuda a descubrir una diabetes tipo 1 o tipo 2. Como es muy difícil saber si estas mujeres tienen diabetes gestacional o empiezan a presentar los síntomas de la diabetes durante el embarazo, deben continuar un tratamiento para la diabetes después del parto.
Siga unas guías simples, como comer una gran variedad de alimentos, incluyendo frutas y verduras, limite el consumo de grasas al 30% o menos de sus calorías diarias y vigile el tamaño de las porciones. Unos hábitos nutricionales saludables pueden prevenir la diabetes y otros problemas de salud.
La actividad física regular permite que su cuerpo queme la glucosa sin necesidad de insulina adicional. Esto ayuda a combatir la resistencia a la insulina. Sin embargo, no inicie un programa de actividad física sin consultarlo con su médico.