El embarazo es una situación natural, ciertamente muy especial, pero en modo alguno es una enfermedad o una alteración de la salud, aunque, eso sí, da lugar a cambios tanto psicológicos como físicos a los que la embarazada debe prestar atención.
Normalmente, la concepción de un nuevo ser, la expectativa de tener un hijo, se acompañarán de sentimientos de alegría. Las mujeres gestantes suelen vivir su embarazo de forma positiva y asumen los cambios que se producen en su cuerpo como algo normal; incluso se sienten más guapas. Sin embargo, también pueden aparecer sentimientos de duda, de miedo, de inseguridad o de angustia, y necesitarán el apoyo emocional de la pareja, del entorno familiar y social, y el consejo profesional.
Por otra parte, el embarazo da lugar a una serie de cambios o síntomas físicos. El cuerpo de la mujer se va modificando y adaptando a medida que se va desarrollando el nuevo ser que lleva dentro. Algunos de estos cambios o síntomas son del todo normales y no han de ser motivo de preocupación; otros, en cambio, pueden ser el reflejo de alguna complicación del embarazo y deberán inducir a la embarazada a solicitar asistencia médica.
Síntomas que no deben causar alarma
- Crecimiento y tensión de las mamas, que se vuelven más sensibles, especialmente los pezones.
- Aumento de peso y del volumen del abdomen.
- Aumento de la presión dentro del abdomen que cambia la forma de respirar.
- Cambios en la columna vertebral por el peso del feto que modifican la postura.
- Aumento del flujo vaginal.
- Mayor sensibilidad a los cambios de la temperatura ambiental.
- Presencia de náuseas y vómitos y aversión a determinados alimentos y olores.
- Sensación de cansancio y somnolencia.
- Necesidad frecuente de orinar, lo que se debe a la presión que ejerce el feto sobre la vejiga.
- Aparición de molestias en el bajo vientre, similares a las que la mujer experimenta en los días previos a la menstruación.
- Aparición o aumento de las varices.
- Molestias digestivas, como digestiones lentas, ardores de estómago y otras.
- Encías más sensibles.
- Es frecuente el estreñimiento y pueden aparecer hemorroides.
- Cambios en el color de la piel, especialmente en las aréolas de las mamas y en la cara, y aparición de estrías en el vientre y los glúteos.
- Cambios de humor.
Síntomas por los que la embarazada ha de consultar a su médico de familia o ginecólogo
- Cambios importantes en el peso.
- Cambios en las características del flujo vaginal: mal olor, escozor, picor, dolor.
- Si ha sufrido una caída.
- Si tiene dificultades para respirar.
- Vómitos intensos y persistentes que no cesan con el tratamiento adecuado.
- Diarrea abundante.
- Dolor, escozor, quemazón u otras molestias al orinar, lo mismo que necesidad de orinar con mucha frecuencia.
- Dolor de cabeza que se sale de lo habitual.
- Hinchazón en un lugar que no sean los pies y tobillos por la tarde, o en estos si no desaparece con el descanso nocturno.
- Fiebre elevada.
- Problemas de visión repentinos.
Síntomas por los que la embarazada ha de acudir con urgencia al hospital
- Sangrado importante o pérdida de líquido por la vagina que no sea orina.
- Fuerte dolor en el abdomen en los primeros meses del embarazo o contracciones uterinas rítmicas y cada vez más intensas antes del octavo mes. Se ha de tener en cuenta que a partir de la semana 32 de la gestación, aparecen contracciones que se van haciendo más intensas y frecuentes a medida que se acerca la fecha del parto, pero se producen sólo de vez en cuando y de forma irregular.
- Dolor de cabeza muy intenso y persistente.
- Tensión arterial elevada que se mantiene así en una segunda determinación después de 20 minutos de estar en reposo.
- Ausencia o disminución de los movimientos del feto en las últimas semanas del embarazo.
